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25 WATTS

Uruguay, 2001



Dirigida por Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll, con Daniel Hendler, Jorge Temponi, Alfonso Tort, Valentín Rivero, Valeria Mendieta, Roberto Suárez.



Poco se sabía de la producción cinematográfica uruguaya, quizá porque apenas existe y casi nunca llega a la Argentina, a pesar de que el país oriental se encuentra cruzando un charco. Pues bien, ocurrieron dos milagros: en un breve lapso, dos películas uruguayas tuvieron distribución comercial: El viñedo y 25 Watts; y esta última resultó un ejemplo del alto nivel de calidad que puede alcanzar el cine de Uruguay, y de un estilo propio que puede llevarlo muy alto.

Este film trata básicamente de una práctica muy ejercida entre los jóvenes del mundo entero: el alpedismo, también conocido como rascarse, huevear, etc. Para enseñarnos en toda su dimensión este noble deporte, 25 Watts se encarga de mostrar las veinticuatro horas de un trío de varones que... bueno, tienen poco y nada que hacer.

El Leche (Daniel Hendler, el inefable "Walter" de las propagandas de Telefónica) se encuentra a un paso de terminar el Liceo. El último y gran escollo es Italiano. El Leche está muerto con Beatriz, su profesora particular, y esto lo termina perjudicando. No se concentra, cuando estudia relata monólogos de enamorado en italiano. La solución es entonces ver televisión usando a la abuela, literalmente, de antena. Porque el objetivo es claro, no pensar demasiado.

Javi (Jorge Temponi) terminó el Liceo, pero ir a la Facultad es para él una utopía. Se gana sus mangos manejando un autoparlante, trabajo que aborrece y tiene ganas de mandar ya sabemos adónde. El jefe, amigo de su padre, no para de martirizarlo con lecciones de responsabilidad y cumplimiento del deber. Para colmo, su novia María quiere terminar la relación.

En cuanto a Seba (Alfonso Tort), el más chico de los tres, es callado e ingenuo. Parece estar siempre fuera de contexto. Sin embargo, siempre por casualidad, se ve rodeado de sujetos no muy pacíficos, metiéndose en situaciones insólitas que lo asoman a un mundo desconocido.

Rodeando a los tres protagonistas, una larga lista de personajes secundarios enriquece el relato: Kiwi (que no para de decir y contar estupideces), Pitufo (quien no para de repetir que el único uruguayo que figura en los Récords Guinness fue uno que aplaudió cinco horas seguidas aunque no sabe por qué), Sandía (cuya existencia gira alrededor del fútbol), Gerardito (un simpático tontín que despierta un sentimiento de protección en todo el grupo de amigos) y la Abuela de Leche (una versión femenina y uruguaya de De la Rua), entre muchos otros.

A lo largo de estas lentas y tranquilas veinticuatro horas, el espectador tendrá ocasión de asistir a una inmensa cantidad de situaciones disparatadas y a la vez ambiguas, plenas de significado. Así, la preocupación que tiene Leche por pisar caca es un reflejo de sus inseguridades con respecto al futuro examen y su relación con la profesora; la escena en que Javi alimenta con comida para perro al hámster que le regaló su novia muestra el enojo que él tiene con su pareja y la obsesión de Seba con las películas pornográficas es un síntoma de su ansiedad por descubrir nuevos aspectos de la vida.

Más allá de la tristeza y melancolía que genera, este film uruguayo despierta una gran atracción por la identificación que generan los protagonistas. Ellos son vagos e irresponsables, y su dificultad para relacionarse con otras personas es evidente, pero son seres graciosos y queribles, y el que mire la película se encontrará deseando que superen sus problemas y frustraciones.

El film de los directores y guionistas Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll presenta un tono urbano que no le quita el aire sereno, casi pueblerino, a esa ciudad antigua y de techos bajos que es Montevideo. Sólo en algunos lugares de Buenos Aires se pueden encontrar barrios de casitas de un solo piso, habitadas por gente que abre la puerta sin preguntar "¿Quién es?", con calles por las que apenas si transitan automóviles.

Filmado en un correcto blanco y negro, a un costo ínfimo, 25 Watts se muestra sin embargo como un film trabajado al máximo. Los realizadores apelan hábilmente a cortos flashbacks para explicar algo que esté diciendo un personaje con respecto a un hecho sucedido en el pasado, manejan con mucha soltura la cámara y logran un montaje ágil.

Influida por Jim Jarmusch, Raúl Perrone y dos notables exponentes de la Nouvelle Vague francesa como Francois Truffaut y Eric Rohmer, y ganadora en el Festival de Cine de Rotterdam, esta película se sitúa en la cresta de la Nueva Ola Uruguaya. Cruzando el Río de la Plata está habiendo muy buen cine señores.

Rodrigo Seijas     


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