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EL TRIUNFO DE LOS NERDS
(A Night At The Roxbury)

Estados Unidos, 1998


Dirigida por John Fortenberry y Peter Markle, con Chris Kattan, Will Ferrell, Dan Hedaya, Molly Shannon, Loni Anderson, Richard Grieco.



El triunfo de los nerds es uno de esos films que no deberían estrenarse fuera de los Estados Unidos. Y no estoy diciendo que deban estrenarse allí. Pero en aquel país, al menos, la peculiar variante del humor que ejerce esta película todavía goza de cierta salud. Paradójica y odiosa, pero salud al fin. El triunfo de los nerds es esa clase de comedia que aspira a condensar toda la estupidez del mundo en cada uno de sus fotogramas. Ahí vendría a estar la gracia. Cada cosa que dicen y hacen los hermanos Doug y Steve Butabi (Chris Kattan y Will Ferrell) está a la altura de la premisa. Son dos hijos de familia acomodada, viven en una mansión y cada tanto hacen que trabajan en el negocio de flores artificiales de papá (Dan Hedaya). Doug y Steve están más bien maduros –acusan unos  treinta años– y lo único que de verdad les interesa es montar su BMW para salir de gira por las discotecas (no esperen ver a ningún nerd, es sólo un engañoso título elegido por la distribuidora).

Son tan torpes, brutos y desagradables que ni siquiera les resulta fácil trasponer las entradas de los boliches, celosamente custodiadas por los patovicas de rigor. Y nunca se llegará a saber qué es lo que realmente les atrae de la noche. ¿Las mujeres, a las que espantan a fuerza de empujones, frases espásticas y gestos desubicados? ¿El baile, que ejecutan desastrosa y desgraciadamente? ¿El debut sexual, ante el cual se arredran con timidez monacal cuando están en condiciones de concretarlo? Acaso el sueño de la "discoteca propia", que se afirma cuando un empresario de la noche (Chazz Palminteri, que no quiso figurar en los créditos) hace buenas migas con los muchachos.

Doug y Steve son torturantes. Se la pasan remarcando ritmos de onda con sus bamboleos de cabeza... con o sin música de por medio. Son incapaces de terminar una frase como corresponde. El guión, en tanto, les obsequia un solo chiste bien escrito en todo lo que dura el film. Will Ferrell (Steve) debutó en la primera entrega de Austin Powers, ese espía casi tan aferrado a la idiotez como estos hermanos. Doug está tan dibujado que podría pasar por integrante de la barra de Beavis y Butthead. Y ninguno de los dos tiene el carisma que hubiera sido necesario para que el film no resultara tan estúpido como sus personajes.

Guillermo Ravaschino