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SWORDFISH, ACCESO AUTORIZADO
(Swordfish)

Estados Unidos, 2001


Dirigida por Dominic Sena, con John Travolta, Hugh Jackman, Halle Berry, Don Cheadle, Vinnie Jones, Camryn Grimes, Sam Shepard.



Algunos bodrios son muy difíciles de críticar. Produce un notable desinterés ocuparse de films destinados a la insignificancia desde su nacimiento, y cuya mediocridad ni siquiera permite que se los odie con pasión. No se trata de pasos en falso de buenos directores ni de películas inmerecidamente prestigiosas que valga la pena desenmascarar. Ni siquiera de oscarizadas superproducciones que se roban todo el público con incesantes publicidades. Sí de largometrajes industriales que –salvo escasas excepciones– recaudan lo suyo pero nunca pelean entre los más vistos. Ultimamente, su producción se reparte entre los géneros de acción y terror. Cuentan con actores jóvenes generalmente extraídos de la TV y con algún actor consagrado en un papel de reparto. No tienen una sola idea original que no sea un absoluto disparate, sus guiones son el clisé del clisé, los dirigen productores o publicistas con estética Telefé y sólo demuestran inteligencia en sus traicioneras moralejas.

Bueno, Swordfish es una de esas porquerías. En este caso de acción, producida por esa máquina de hacer chorizos que es Joel Silver. Lo único que diferencia al film de los otros bodrios es el elenco. Hugh Jackman (X-Men) protagoniza la historia junto a John Travolta y Halle Berry. Dos sorpresas se desprenden de acá: que un actor de la talla de Travolta se haya involucrado en el mamarracho y que el trío salga airoso de semejante reto.

La primera se explica en los créditos: el coproductor del film en dupla con Silver es Jonathan Krane, que curiosamente tiene en su haber Fenómeno, La hija del General, Michael, Colores primarios, Contracara, Una acción civil y Números de suerte. O sea que donde está Krane, Travolta se prende. De la segunda hay que decir que los rumores de que Hugh Jackman es el nuevo Clint Eastwood están muy cerca de la verdad, y que Halle Berry puede tener un futuro artísticamente interesante. Travolta empieza a repetirse, pero aún cae simpático.

Hay una sola secuencia atractiva, y es la primera. Comienza con un primer plano de Travolta, que da un discurso sobre el conservadurismo de Hollywood (!!!); cita a Tarde de perros, la coloca en el altar de los clásicos pero le cuestiona que al final Pacino muera en vez de escaparse. "No corrieron riesgos", dice, como si estuviera filmando a las órdenes de Truffaut. Acto seguido se lo ve en plano general. Estaba charlando con dos agentes del FBI, más precisamente negociando su escape de un banco que tienen sitiado. Jackman lo acompaña. Los rehenes están revestidos de explosivos y tienen collares que activan las bombas si se alejan del banco. Travolta le transmite esta información a uno de los agentes, al tiempo que un policia logra rescatar a una rehén e intenta llevársela, sorprendido por el desesperado deseo de la misma por quedarse adentro. El suspenso hace su (única) aparición y la onda expansiva del estallido parece filmada por John Woo.

Pero es sólo un espejismo. Luego viene un flashback de más de una hora para explicar cómo Jackman se metió en tamaño problema... con lo bueno que es a pesar de todo, y lo extremista que es Travolta.

Finalmente, la resolución del asalto: un bolazo tan pero tan grande que logra transformar el sueño de la platea en sonrisa burlona. Con decir que me hizo acordar –no por similitud argumental sino por los alcances del despropósito– al desenlace de Rambo, aquél en que el héroe lloraba por la memoria de su compañero de batalla que había volado en mil pedazos, justo delante suyo. Y mientras Rambo recogía los trozos de su amigo, éste gritaba: "quiero irme a casa, quiero conducir mi Chevy". Ja, ja.

Ramiro Villani     


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