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SOÑANDO JUNTOS
(Together)

China, 2002


Dirigida por Chen Kaige, con Tang Yun, Liu Peiqi, Chen Hong, Wang Zhiwen, Chen Kaige, Cheng Qian, Liu Bing, Kim Hairi.



La película china Soñando juntos tiene varios puntos en común con la coreana Camino a casa estrenada recientemente: un joven protagonista, el respeto por los mayores, la oposición ciudad/provincia, las buenas intenciones, la enseñanza moral. Debería agregar: y la ausencia de sutileza.

Se trata de la historia de Xiaochun, un joven violinista muy talentoso cuyo padre, un humilde cocinero de provincia, invierte los esfuerzos y ahorros de su vida en llevarlo a Pekín para que se profesionalice con la música. Allí, el muchacho vive una temporada que lo iniciará como músico, pero sobre todo como hombre. Después de su primera confrontación con la corrupción del sistema, que no parece ofrecer un lugar para un humilde campesino, aparece el profesor que podrá hacerse cargo de él: un bohemio depresivo a quien no le interesa el dinero ni el poder, pero sí transmitir su sabiduría a jóvenes talentos que tocan con sentimiento el violín. A mismo tiempo, Xiaochun conoce a “La Mujer”, en la figura de una vecina de vida ligera que le permite asomarse a un mundo que hasta entonces no imaginaba. Pero el rústico cocinero demuestra ser un agudo observador: rápidamente percibe que el éxito no es de los mejores sino de los poderosos, y consigue para Xiaochun un nuevo profesor (interpretado por el director, Chen Kaige), quien lo conducirá a la fama y la fortuna, por ser un conspicuo conocedor de los mecanismos de poder en la nueva sociedad que se está gestando en China. Al joven se le presenta entonces un conflicto... aunque desde el principio adivinamos cuál será su resolución.

A Chen Kaige le interesa la música, evidentemente. Conocimos a este integrante de la llamada Quinta Generación de directores chinos en Adiós mi concubina, una aguda reflexión sobre las condiciones de la ópera china, en la que mostró más aciertos que en este film. Aquí todo está estructurado con trazos muy gruesos: la relación padre-hijo, el vínculo con la mujer que lo inicia en la madurez, la oposición entre ambos profesores, emblemáticos de dos sistemas de vida que se le presentan a China y simbolizados por sus respectivos departamentos, en los que ningún detalle de arte ha sido descuidado. La crítica de la Revolución Cultural, como así del proceso de modernización de esta China que avanza progresivamente hacia el capitalismo, se desarrolla en una serie de simetrías y paralelismos, y en un ejercicio de distanciamiento de la imagen a través de vidrios y cortinas, virtuosismos que no alcanzan para rescatar una película signada por sus obviedades. Es la primera vez que el joven Tang Yun actúa en cine: el director lo seleccionó en una competencia de violín, y pese a sus limitaciones actorales, realiza una interpretación convincente. Sin embargo, no es él quien toca la música del film.

Bienvenidos sean los estrenos que se apartan de la distribución convencional. Pero, como en el caso de Camino a casa, corresponde analizar la intencionalidad de la salida de esta película en un año en el que los cines de Argentina han presentado muy pocos productos que no provengan de Hollywood. Por lo que estamos viendo, el propósito moralizador y la construcción de mandatos sociales pesan más que los valores artísticos a la hora de las decisiones comerciales. Y siguen acumulándose excelentes películas coreanas, chinas y taiwanesas –y europeas, y latinoamericanas– que tal vez nunca lleguen al estreno.

Josefina Sartora      


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