HOMEPAGE
ESTRENOS
VIDEOS
ARCHIVO
MOVIOLA
FORO
CARTELERA
PRENSA
ACERCA...
LINKS















PERSEGUIDOS POR EL PASADO
(Seraphim Falls)

Estados Unidos, 2006


Dirigida por David Von Ancken, con Liam Neeson, Pierce Brosnan, Michael Wincott, Ed Lauter, John Robinson, Robert Baker, Jimmi Simpson, Nate Mooney.



Se ha definido al western como un género en el que se desarrolla la idea de la fundación mítica de una nación, la conquista de un territorio salvaje y el advenimiento de la civilización sobre la barbarie, con todas las ambigüedades que esto conlleva. Este acercamiento lo transforma en un discurso fuertemente social a pesar de la presencia solitaria del héroe, quien a menudo entra en conflicto con la comunidad que ayuda a fundar o a la que defiende. En Perseguidos por el pasado, cuyo título original es Seraphim Falls y alude al sitio en el que una misma fatalidad marcó la vida de los dos protagonistas, la primera casa recién aparece a los 17 minutos de película (y no es precisamente eso acogedor que llamaríamos un hogar), los personajes principales se cruzan con una caravana de misioneros –creyentes pero agresivos, quizás honestos pero no ingenuos– cuando han transcurrido ya 38 minutos de persecución solitaria, a los 42 se relacionan fugazmente con los obreros de un tendido ferroviario que no los tratan con demasiada hospitalidad, y ese es todo el contacto social que tienen a lo largo del film. Podríamos decir, entonces, que es un western inhóspito, desértico, hijo putativo de El fugitivo Josey Wales, de Clint Eastwood, y The Shooting, de Monte Hellman, vale decir que intenta ser, simultáneamente, clásico y moderno, tradicional y crítico.

Cabe decir que consigue lo primero con notable precisión y falla un tanto en lo segundo. El excesivamente simbólico final, con las apariciones casi metafísicas de Anjelica Huston como una parca disfrazada de vendedora ambulante y de un indio filósofo, le quita fuerza expresiva a las hasta allí económicas pero elocuentes imágenes de la película, cuya utilización de paisajes, que van desde los bosques nevados al más fatigoso desierto, no precisaba de un despliegue metafórico para significar con más fuerza lo que ya estaba en pantalla sin necesidad de alegorías. Obviando esto, que sólo enturbia los últimos minutos, la película de David Von Ancken se disfruta por la presencia de dos grandes actores, Pierce Brosnan y Liam Neeson, un guión lacónico que cuenta con varias frases escuetas pero inolvidables y la importancia de los cuerpos, signo evidente de la contemporaneidad del film. En uno de los primeros diálogos que escuchamos, el jefe de una partida de cazadores que busca vivo a un hombre sin que sepamos la razón les dice, después que estos le hayan disparado al fugitivo: “Encuentren el cadáver”, a lo que uno de ellos retruca: “No hay cadáver, es imposible hallarlo porque cayó al agua”. “Siempre hay cadáver” es la fría línea con la que el primero acaba la conversación. O siempre hay cuerpo, que es lo que literalmente dice.

La película transcurre en 1868, lo que significa decir que la primitiva y sangrienta época de la conquista del Oeste va cediendo terreno al establecimiento de comunidades organizadas e instituciones reguladoras de la vida en sociedad, pero la llamativa marginalidad del film tiene mucho más que ver con nuestra época, y con nuestra desconfianza o escepticismo hacia aquello que hemos dado en llamar civilización. No hay aquí siquiera la individualidad propia de los primeros westerns, que ensalzaba la voluntad del héroe pero sin dejar de vincularla con la iniciativa privada como forma de progreso social, sino una preponderancia casi fatal del cuerpo, de su materialidad sin sentido, de su afán de supervivencia más allá de toda norma, ley o sentimiento. Por eso no extraña que el núcleo argumental del film sea el de la venganza, que nubla la razón y potencia la naturaleza animal del cuerpo en pos de un fin incompatible con la vida comunitaria y con la vida misma. Por eso no extraña que, ante la imposibilidad de recrear y creer en una épica fundante y optimista, todo acabe resolviéndose con una dudosa y casi alucinatoria reconciliación en nada acorde con la rigurosa brutalidad del resto del film.

Marcos Vieytes      


Enviá tu crítica al Foro