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LA NOCHE DEL SR. LAZARESCU
(Moartea Domnului Lazarescu)

Rumania, 2005



Dirigida por Cristi Puiu, con Ion Fiscuteanu, Luminita Gheorghiu, Gabriel Spahiu, Doru Ana, Dana Dogaru, Florin Zamfirescu, Clara Voda, Adrian Titieni, Mimi Branescu.



Dante Remus Lazarescu está
jubilado, es viudo, y vive con tres gatos y pilas de diarios en un departamento no muy limpio. Una noche, después de dos días de jaqueca y vómitos, que no ha podido calmar ni con pastillas ni con una bebida alcohólica casera, decide pedir ayuda a sus vecinos y al servicio de ambulancias. Empieza entonces la larga noche del señor Lazarescu (título que no logra disimular el original La muerte del señor Lazarescu). No tiene suerte el señor Lazarescu (Ion Fiscuteanu): se siente realmente mal justo la noche del sábado en que un accidente de tránsito ha repartido decenas de heridos en los hospitales de Bucarest, y ninguno quiere internarlo. La enfermera de emergencias que lo atiende (Luminita Gheorghiu) acompañará a este Dante en su descenso a los infiernos de la burocracia sanitaria. Los hospitales de Rumania no difieren de los argentinos ni de tantos otros: desidia, falta de responsabilidad y sobre todo, soberbia de los médicos, que desprecian a sus inferiores, es decir: a todos. Y el señor Lazarescu deberá recorrer cuatro hospitales (cuatro círculos infernales, cada uno de ellos con sus pecadores y su paso difícil) mientras su estado se deteriora rápidamente.

Si bien Cristi Puiu ha declarado que se inspiró en la serie de TV “ER”, el resultado no podría ser más diferente: su film es un anti “ER”. Puiu filma esta road movie hospitalaria como un documental: con cámara al hombro, en largos planos generales que se limitan a registrar el acontecer de cada escena, sin un solo primer plano. Y lo que sucede es aparentemente muy poco: lo habitual en las salas de guardia nocturna ante la llegada de un enfermo no deseado. La lentitud de las acciones es exasperante, tanto para los personajes como para el espectador. Pero si la historia es mínima, los detalles de toda escena en cada hospital son múltiples: las charlas banales de los profesionales mientras el enfermo empeora, el morbo de quienes levantan la manta que cubre al paciente sucio de orines, la vejación, en suma. En particular, es notable la presentación y evolución de algunos personajes. Un neurocirujano se atiene a la ley: Lazarescu debe firmar una autorización para su operación; como se opone, el médico sugiere a la enfermera “vaya a dar una vuelta y vuelva en una hora, ya estará en coma y su firma no será necesaria”. Estos toques de comedia negrísima abundan. El especialista en tomografías, al contrario, que al principio parece despreocupado y hace bromas pesadas con los tumores que ve a diario en el tomógrafo, hará lo que pueda para que Lazarescu quede internado en su hospital. La paramédica, que parece desapegada de su trabajo y sus pacientes, decide adoptarlo como su propia causa, tratando de superar el sarcasmo y el desinterés de los médicos. Fiscuteanu y Gheorghiu forman una de las parejas del año: su performance es tan notable y realista que cuesta aceptar que están actuando.

Aunque no sea así, la película parece filmada en tiempo real, como todas las escenas iniciales en el departamento, hasta que llega la ambulancia. Nunca pretende ser espectacular, ni caer en los clisés; cualquiera podrá reconocerse en esas escenas dantescas hospitalarias, donde cada uno debe luchar por el respeto a su dignidad menoscabada. Filmada en un color poco atractivo, con una iluminación plana, el film rehúsa el impacto estético (esto aquí está acentuado por su estreno en DVD).

Puiu y su coguionista, Razvan Radulescu, fueron los guionistas de Niki y Flo, el excelente film de Lucian Pintilie que tuvimos la suerte de ver en el Bafici (al igual que la notable opera prima de Puiu, Marfa Sii Banii). La historia se ha repetido: una distribuidora pequeña e independiente se atreve a estrenar –venciendo dificultades financieras, de calendario de estrenos, etc.– un film que llega con algún atraso, después de haber sacudido los festivales de Europa, Estados Unidos y el Bafici, en los que ganó innumerables premios. Así ocurrió hace justo un año con la belga El hijo, que resultó el mejor estreno de 2006. Sucede ahora con la rumana La noche del Sr. Lazarescu, que sin duda estará entre los mejores de 2007.

Este film con una historia aparentemente tan simple y cotidiana presenta una complejidad extrema en el plano de las relaciones humanas. Posee también su dimensión mítica, como lo indica el nombre del protagonista, y por si éste fuera poco, hay dos personajes llamados Virgil. Y el paciente culminará su noche en las manos del doctor Anghel. Pero sabemos que este Lázaro no volverá a levantarse.

Josefina Sartora      


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