HOMEPAGE
ESTRENOS
VIDEOS
ARCHIVO
MOVIOLA
FORO
CARTELERA
PRENSA
ACERCA...
LINKS















EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS
(The Boy In The Striped Pyjamas)

Inglaterra-Estados Unidos, 2008


Dirigida por Mark Herman, con Asa Butterfield, Zac Mattoon O'Brien, Domonkos Németh, Henry Kingsmill, Vera Farmiga, Zsuzsa Holl, Cara Horgan.



La pregunta de Adorno sobre cómo escribir poesía después de Auschwitz sigue vigente. Porque el mundo de la ficción, cada dos por tres, recurre a esos sucesos que la humanidad preferiría olvidar, claro que con una evidente necesidad catártica en la mayoría de los casos. Ni Shoah de Lanzmann ni Hitler, un film de Alemania de Syberberg consiguieron, con sus ideas ensayísticas sin certezas anestesiantes (más bien todo lo contrario) y su búsqueda formal, el interés de un público mayoritario más proclive al lavado de culpas que a la reflexión. Público que obviamente se inclina más hacia La lista de Schindler o La vida es bella. Si uno suponía que con semejantes engendros manipuladores ya era suficiente, aquí llega El niño con el pijama de rayas, la prueba contundente de que nunca se accede al fondo de la miserabilidad.

Basado en un best seller, el film se centra en la mirada de Bruno, un pequeño alemán hijo de un jefe de las SS. La familia debe mudarse de Berlín para que el comandante se haga cargo del campo de concentración que los altos mandos le han asignado, y en la nueva casa cada integrante empezará a vislumbrar los nuevos aires que se respiran en Alemania. La madre irá descubriendo lentamente de qué se trata el nazismo por ese olor nauseabundo que despiden las chimeneas, mientras sus hijos toman clases con un maestro que les inculca el odio al judío y observan en vivo y en directo el maltrato y el terror que se vive en esos tiempos. Mientras que la joven hermana se vuelve parte de las huestes hitlerianas, el niño jugando y jugando llega al campo y –alambre de púa electrificado mediante– conoce a un chico de su edad (8 años), prisionero, con el que entablará una relación que marcará su destino.

Maniquea, manipuladora, efectista, llena de golpes bajos, la cinta cuando no recurre a la literalidad de la imagen, la refuerza con el lugar común de la palabra más clisé y, por si esto no bastara, echa mano de una música empalagosa y sentimentaloide para provocar en el espectador la empatía más banal y llana.

Como toda obra de este tipo cuya teleología es la de conseguir la adhesión sentimental de su público cumpliendo con las reglas de lo políticamente correcto y sin cuestionar ni promover pensamiento alguno, el realismo del que se apropia para su puesta en escena está poblado de inverosimilitudes: un campo de concentración de fácil acceso, una red de casualidades forzadas, alemanes hablando inglés, desconocimiento de la situación por parte de quienes intervienen directamente en ella...

A la apropiación de la mirada naif e inocente del protagonista por parte del film todo (para teñirse de una completa falta de reflexión) se suma el camino que el guión construye para emparejar en la no culpabilidad a ambos niños, como si semejante hecho fuera necesario. “Mártires de ambos lados” parece ser la moraleja de esta película que sólo busca el llanto tranquilizador, mientras olvida que para ciertos actos la lágrima no alcanza, no es suficiente.

Javier Luzi      

ARTICULOS RELACIONADOS:
   >Crítica de La vida es bella


Enviá tu crítica al Foro