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MOMENTO CRITICO
(Executive Decision)

Estados Unidos, 1996



Dirigida por Stuart Baird, con Kurt Russell, Halle Berry, John Leguizamo, Oliver Platt, Steven Seagal.



Momento crítico es una película "de terroristas con rehenes en avión", una subespecie del género acción/aventuras engrosada por una legión de títulos rutinarios. Pero la ópera prima de Stuart Baird es una rara avis, porque este montajista consumado (compaginó Arma mortal, Duro de matar 2 y El demoledor, entre otras) no se limitó a retransitar las huellas del rubro, sino que se valió de su armazón para insertarle un contenido original, muy por encima del promedio.

Nagi Hassan, un musulmán fundamentalista, secuestra un 747 en pleno vuelo con el fin de trocar a sus 400 pasajeros por el líder de su secta, preso de los norteamericanos. El hombre también lleva consigo una toxina mortífera que, de cualquier manera, piensa desparramar sobre las urbes estadounidenses. Los asesores presidenciales se deciden por una delicada opción: introducir de polizones en el Jumbo a los miembros de una brigada de Fuerzas Especiales encabezada por un consumado hombre de armas (Steven Seagal) y un civil, David Grant (Kurt Russell), que es analista especializado en temas de espionaje. Una serie de sorpresas agradables se suceden a partir de aqui.

La primera es la prontísima e insólita desaparición de Seagal durante el abordaje al Jumbo. Para beneplácito del público, el astro del aiki-do, ya que no de la actuación, no se volverá a pasear por la pantalla. Lo que sigue es una estructura minuciosamente diseñada, más deudora de los cánones del suspenso clásico que del decálogo de la superacción. Baird demora el encuentro de los héroes con los villanos mucho más allá de lo habitual. Y sostiene la tensión sobre la base del montaje alterno. El terreno de los militares se halla arriba y abajo de la cabina de los pasajeros, y está planteado como un hábitat de inacabables recovecos. Sofisticadas sondas de video y una serie de micrófonos convierten a la brigada –y por extensión, a la platea– en auténticos voyeurs de los secuestradores durante buena parte del relato.

Un actor de formación shakespeareana (David Suchet) en la piel de Hassan morigera el proverbial desprecio de Hollywood por el islamismo, siempre encarnado en guerrilleros caricaturescos. Incluso hay ciertos matices dentro del bando musulmán (que llevarán la sangre al río), mientras que un surtido combinado de individualidades enriquece al al bando de los buenos: el experto en computadoras (Oliver Platt), el estratega (Russell), el desarmador de bombas (Joe Morton), el inefable "militar de raza" (John Leguizamo) que, simbólicamente, se ve forzado a posponer la acción directa en aras de un trámite más sutil... que coincide con el de la película.

La tercera amenaza de los secuestradores, una bomba en la bodega del avión, le da pie a Baird para que se luzca con su antiguo oficio. Por momentos llega a sostener hasta cuatro secuencias terminales simultáneamente: los explosivos a punto de estallar, los cazabombarderos a un tris de derribar el Jumbo, la azafata persignándose frente al arma presta de su matador...

Guillermo Ravaschino