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HISTORIAS DE ARGENTINA EN VIVO

Argentina, 2001


Largometraje producido por la Secretaría de Cultura de la Nación, que compila trece cortos dirigidos por los siguientes realizadores: Bruno Stagnaro (Los Pericos en San Juan), Gregorio Cramer (Memphis La Blusera en Santa Fe), Adrián Caetano (Caballeros de la Quema en Corrientes), Jorge Polaco (Julio Bocca en Santiago del Estero), Andrés Di Tella (Divididos en Ushuaia), Fernando Spiner (Los Ratones Paranoicos en Santa Cruz), Miguel Pereira (Mercedes Sosa en Jujuy), Gustavo Postiglione (Fito Páez en Neuquén), Albertina Carri (Festival Alternativo en Capital), Flavio Nardini y Cristian Bernard (La Mona Jiménez en Bahía Blanca), Vicentico (Los Fabulosos Cadillacs en Córdoba), Eduardo Capilla (Gustavo Cerati en Mendoza) y Marcelo Piñeyro (León Gieco en Misiones).



En el verano de 2001, la Secretaría de Cultura de la Nación organizó el ciclo de recitales "Argentina en vivo". Los artistas contratados tocaron en diversos lugares del país en los que nunca habían estado. El fenómeno cultural que se produjo condujo a pensar en la realización de una película que, de alguna manera, lo reflejara.

La propuesta de convocar a trece directores en lugar de a uno solo no fue de la Secretaría, sino de uno de los realizadores involucrados, Flavio Nardini. Y a priori, la idea de que cada uno realizara un cortometraje con los músicos y en la provincia asignada, sonaba atractiva. En primer lugar, porque se evitaba el mero registro documental de los recitales, algo que poca gente iría a ver al cine. En segundo lugar, porque los "cortos" suelen ser una herramienta de aprendizaje para los cineastas novatos. En general, son sólo un paso (o varios) previo al ansiado largometraje. Aquí, la diferencia reside en que la mayoría de los directores de estas historias ya tenían al menos una película estrenada. Algunos pertenecen a lo que se llamó, en los últimos tiempos, la nueva generación del cine argentino (Stagnaro, Postiglione, Carri). Otros son ya ¿consagrados? (Piñeyro, Polaco). Por eso, en definitiva, lo interesante era verlos incursionando en esta variante de construir un pequeño relato, capturar un momento, ponerle su firma a unos pocos minutos. Historias de Argentina en vivo es la película que los une y su mayor originalidad reside en ello.

Las pautas estaban claras para los realizadores, sólo tenían dos condiciones: la del tiempo (de 5 a 7 minutos) y el soporte (video digital para luego ampliar a 35 mm.). El contenido y el género quedaban librados a su creatividad.

De aquella buena idea y esta heterogeneidad en las elecciones temáticas y estéticas ha resultado una película dispar. A pesar de disfrutables momentos de humor y música, planteos originales en unos, cierto suspenso bien logrado en otros, un par de emotivas postales del "país que no miramos" y corrección técnica, era inevitable que de los trece, no todos resultasen interesantes.

Uno de los factores en común de los episodios es la idolatría de los directores hacia los músicos. Si bien la mayoría narra historias de ficción en las que las "estrellas de rock" no son las protagonistas, siempre funcionan como un fuera de campo que promueve, colabora o respalda el resto de las acciones. Muchos toman como punto de partida la devoción por ellos y las diversas consecuencias que este sentimiento desencadena (amor, odio, deseo de conocerlos, homenajes). Pero –hay que advertirlo para fans acérrimos– se trata sólo de una excusa: son pocos los momentos en que vemos las caras de los ídolos y su música se regala sólo de a pedacitos o como parte de la banda sonora del cortometraje en cuestión.

Los relatos de ficción con un esquema de narración clásica son los que resultan más consistentes. Bruno Stagnaro (Pizza, birra, faso) presenta a una chica deseosa de llegar a San Juan para conquistar y acostarse con El Bahiano de Los Pericos... o matarlo si no lo consigue. Flavio Nardini y Cristian Bernard (76 89 03) logran retratar, a través del humor de un fan cordobés y de una situación fantástica, el espíritu solidario y algo milagroso de la Mona Jiménez. En la propuesta de Gustavo Postiglione (El asadito), Fito Páez y unas fotos polaroids funcionan como nexo entre dos personajes paralelos que alguna vez estuvieron enamorados y ahora están a punto de volver a encontrarse.

Por su parte, Marcelo Piñeyro (Plata quemada) describe –con buen pulso y emoción– la relación entre dos hermanos. Los chicos viven en distintos lugares del mundo y se mandan cassettes grabados para comunicarse. Allí, el de Misiones le cuenta al de Berlín sus aventuras y desventuras de pueblo y reflexiona sobre su partida. Como regalo de cumpleaños le envía una canción de su ídolo, León Gieco, dedicada durante su concierto en El Dorado. "La cultura es la sonrisa" es el tema musical que, suponemos no casualmente, cierra el largometraje.

Los cortos de registro netamente documental, como el de Divididos en Ushuaia y el de Mercedes Sosa en Santa Catalina, Jujuy (los lugares más al sur y más al norte de la Argentina, respectivamente), aportan una dosis de emoción que a otras de las historias les falta. Alejados del tono humorístico, dramático o de suspenso de las ficciones, logran –con la potencia de las imágenes, la música y unas pocas palabras– un fresco íntimo de esa gente muchas veces olvidada.

Mención aparte merece el trabajo de Fernando Spiner (La sonámbula) y sus personajes de juguete. Su episodio resalta por el humor satírico que despliega. Su trama se centra en una vaquita de madera exiliada en París que gana un viaje a Río Gallegos para ver a Los Ratones Paranoicos. Promovida por un programa de televisión que cumple sueños y es conducido por una muñeca Barbie, la vaca regresa a su lugar de origen (La Patagonia donde nacieron sus padres). Allí visita a su tío (un hacendado de carne y hueso), conoce a un indio muy politizado (una artesanía de barro), hace "pogo" en el recital y hasta charla con Juanse.

Jorge Polaco (Diapasón) filmó un sueño en blanco y negro de Julio Bocca y una mendiga vestida de novia. Albertina Carri (No quiero volver a casa) creó un mundo de extraterrestres (representados por los cantantes del Festival Alternativo) que congelaron a los humanos y buscan la pócima para salvarlos. Vicentico, la voz de Los Fabulosos Cadillacs en su flojo debut como director, convirtió a sus compañeros en hormigas que lo maltratan. Gregorio Cramer (Invierno mala vida) utilizó al cantante de Memphis como relator de un crimen no resuelto en Santa Fe. Adrián Caetano (Bolivia) intentó un homenaje futurista a Los Caballeros de la Quema. Y Eduardo Capilla (Más bien) una reflexión temporal protagonizada por Gustavo Cerati y Damián de Santo. Pero a la luz de los anteriores, éstos no logran la contundencia deseada y sus propuestas se diluyen.

Historias de Argentina en vivo intenta captar la atención de adolescentes que puedan sentirse reflejados en el espíritu del film. Y uno de los recursos que utiliza son los separadores que conectan los trece cortometrajes. Los mismos reflejan escenas de la vida cotidiana, declaraciones y sueños de su generación. Pero, a pesar de los desniveles descriptos, la experiencia de ver esta película es más recomendable para quienes estén interesados en el cine en general, en la mirada de estos nuevos realizadores en particular y, por qué no, en este formato desconocido para muchos en la pantalla grande.

Yvonne Yolis     


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