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HIJA
DE LA LUZ
(Bless The Child)
Estados
Unidos, 2000 |
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Dirigida por Chuck
Russell, con Kim Basinger, Jimmy Smits, Holliston Coleman, Rufus Sewell, Angela Bettis, Christina
Ricci.
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¿Qué les pasa a los norteamericanos? ¿Están todos locos? ¿Tan fuerte
les pegó el suceso de Sexto sentido que ahora todos los chicos son
"especiales", enviados de no sé dónde o seres sobrenaturales?
¿Qué significa esta película bíblica sin sandalias a la vista? ¿La
produjo el Vaticano o el Opus Dei? ¿De qué cerebro místico salió la
historia sobre el Bien y el Mal de Hija de la luz? ¿Qué hace Kim
Basinger para estar siempre linda como en Nueve semanas y media (claro
que en esta película ultracatólica no se saca ni el saco)?
El film comienza con la primera señal que anticipa lo que vendrá (luego
el recurso será repetido religiosamente a lo largo de estos interminables 125
minutos): una niña cae en los brazos de la pura Kim. Es su
sobrina recién nacida, hija de su hermana drogadicta. Kim cría a la niña,
quien parece sufrir una especie de enfermedad que los médicos asocian con
el autismo. Y los hombres inteligentes, con lo sagrado. Pasan los
años y cuando la infanta cumple seis, empiezan a aparecer niños asesinados
por una secta diabólica. En ese marco sobrevienen los milagros, los
personajes parecidos a Cristo y a la virgen María –que surgen de la nada
para salvar vidas–, los demonios voladores y, por supuesto, un apuesto
agente del FBI.
Al parecer, algunos yanquis anhelan recuperar la fe –valga la
redundancia– en los valores religiosos. A esos yanquis el problema de los
jóvenes adictos, a los que aquí se asocia con lo diabólico, parece
tenerlos muy preocupados. Lo que cabe preguntarse es si realmente esperan
moralizar a alguien con semejante mamarracho. Gracias a Dios que, por lo
menos, para el protagónico eligieron a una nena que alcanza a transmitir
algunas emociones. De Kim, mejor ni hablar.
Eugenia Guevara
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