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HIERRO 3
(Bin Jip)

Corea del Sur, 2004


Dirigida por Kim Ki-duk, con Lee Seung-yeon, Kwon Hyuk-ho, Lee Hyun-kyoon, Ju Jin-mo, Park Jee-ah, Lee Ju-seok.



Hierro 3 tiene estreno comercial al fin, después de haber obtenido el premio de la Federación Internacional de Críticos (Fipresci) al mejor film de 2005 y de haber pasado por el Bafici del mismo año, ya casi doce meses atrás. Es el primer título oriental importante de la temporada 2006.

A medida que desarrolla su cinematografía, el coreano Kim Ki-duk se afianza en la elaboración de elementos que ya parecen serle propios y que conforman un estilo y una puesta en escena muy determinados, absolutamente personales. En Hierro 3 llega a un grado óptimo en su estilización, que pierde en su film posterior, El arco –proyectado en el reciente Festival de Mar del Plata–, en el que esos elementos recurrentes se han transformado en manierismos, en clisés.

El ritual. En Hierro 3, la ocupación temporaria de casas ajenas funciona como una forma de vida para el protagonista solitario, quien en sus domicilios transitorios ejecuta de manera recurrente los gestos y ritos propios de la vida cotidiana: cocinar, lavar la ropa, reparar objetos que no funcionan, escuchar música o sacarse fotos como formas de apropiación del terreno, de hacer hogar. Sin embargo, tal hogar es fugaz, y después de unos muy pocos días habrá de salir en busca de otro domicilio, hasta que el destino ponga una mujer en su camino e imprima una alteración fundamental en esos gestos cotidianos.

El proceso de aprendizaje. Al principio, el hombre no mide las consecuencias de sus actos, que en algunos casos llegan a resultar fatales. Como en Primavera, verano, otoño, invierno... y otra vez primavera, el encierro y el aislamiento significarán la oportunidad de evolución, el acceso a otro estadio, realizándose un pasaje a una cierta alteridad a través del adiestramiento físico.

El mutismo. El protagonista innominado nunca pronuncia una palabra, él y la mujer y no llegan a intercambiar ni una frase en todo el film, y como la protagonista de La isla, él desarrolla destrezas físicas sorprendentes. Pero en el caso de Kim Ki-duk, el silencio nunca opera como señal de incomunicación, ya que la comunicación se realiza por otras vías que no son las de la palabra.

La cámara. Si fuera posible, la imagen de este cineasta ha devenido cada vez más exquisita, con una amplia variedad de planos: detalles con acción fuera de campo, cámara subjetiva, puesta en abismo de fotografías dentro de fotografías, las posibilidades se multiplican.

Los objetos. Relacionados a menudo con el fetichismo o la violencia, en las películas de Kim Ki-duk los objetos cobran peso como significantes o incluso tienen el valor de símbolos, como los iconos religiosos de Primavera, verano... y el arco de su último film. Aquí el palo de golf –un hierro 3, palo poderoso y de precisión– opera como instrumento de venganza brutal. Lo cual nos lleva, por fin, a...

La violencia. Constante de toda su filmografía, la violencia asoma con diversas manifestaciones entre los verdaderos dueños de casa, y su tratamiento se relaciona con el del juego, en un film en que el elemento lúdico es el que establece las reglas.

Josefina Sartora      

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