Por primera
vez en su filmografía, Alain Resnais toma un texto literario para realizar
una película. Interesado en la novela “El incidente”, de Christian Gailly,
vuelve al set con sus 87 años para seguir hablando de los temas que siempre
lo han caracterizado y con su estilo particular.
Georges (André
Dussollier) es un hombre maduro, casado y con un pasado extraño. Cuando
encuentra una billetera en el piso de un estacionamiento su vida se dispara
a niveles insospechados de peripecias. No le alcanza con devolverla sino que
intentará conocer personalmente a la dueña que, por si fuera poco, tampoco
es demasiado común. Marguerite (Sabine Azéma) es odontóloga y su hobby es
convertirse en aviadora durante los ratos libres. Las reglas de cortesía y
los buenos modales de Marguerite caen ante la insistencia de Georges, quien
se mueve entre la obcecación, una loca manía y una peligrosa obsesión.
Nada sabemos de
aquello que hizo a los protagonistas como son, ni sus acciones se fundan en
las manejables relaciones de causa-efecto. No hay explicaciones
psicologistas ni toques melodramáticos. Todo es un devenir, una deriva a la
que los personajes se someten y, a la vez, dominan.
Resnais se lanza
con asombroso y envidiable espíritu lúdico (el mismo que motiva a los
personajes) a mezclar los géneros (romance, misterio, aventura) para narrar
esta historia donde el deseo es el único motor y la única razón de ser. Y
siendo el deseo lo que induce a la acción, todos los impulsos se leen
irracionales, las ambigüedades se tornan moneda corriente (subrayadas por la
voz en off) y las contradicciones abundan.
Tanto riesgo y
mixtura y cambios de tono constantes no siempre se amalgaman con fluidez, y
hasta a veces terminan agotando. Por momentos uno preferiría un poco menos
de aceleración para asimilar tanto caos. Quizá no estemos aún habituados a
esta “ligereza” en el autor de Hiroshima mon amour y El año pasado
en Marienbad.
Más allá de los reparos, Las hierbas salvajes es sumamente destacable
en la filmografía de hoy. Si hay algo que le sobra es audacia e
imprevisibilidad. La sorpresa está a la orden del día y nada de lo que
sucede puede preverse o sospecharse. Situaciones azarosas, ridículas,
increíbles se suceden en la relación y en cada decisión a tomar. Lo que
requiere de un espectador que se suelte al juego y no le tema al asombro.
Sólo así conseguirá el disfrute sin requerir respuestas o explicaciones.
Javier Luzi
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