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DIVINAS TENTACIONES
(Keeping The Faith)

Estados Unidos, 2000


Dirigida y protagonizada por Edward Norton, con Ben Stiller, Jenna Elfman, Anne Bancroft, Eli Wallach, Ron Rifkin, Rena Sofer, Milos Forman.



Hay un sector del llamado cine independiente que responde a cierto esquema básico: relata historias afectivas de los jóvenes de treinta, clase media norteamericana, con permanente diálogo teatral, insatisfacciones personales, algunos enredos, humor ligero. Es un cine que propone una apertura en los principios morales... pero hasta ahí; un cine que quiere mostrarse políticamente correcto, y dice: vean cuánto ha evolucionado el puritanismo yanqui. En este molde, que es el de –por ejemplo– El objeto de mi afecto y La otra cara del amor, se inscribe el primer film dirigido por el actor Edward Norton, que también trata de amores contrariados o no correspondidos.

En Divinas tentaciones, la apertura moral está orientada hacia la vida afectiva de dos servidores de Dios, un rabino (Ben Stiller) y un cura (interpretado, ay, por el director, carente de toda autocrítica). En su niñez, ambos integraban un trío de amigos con una hermosa chica. Esta vuelve a sus vidas cuando ya son adultos, los muchachos convertidos en líderes espirituales, y ella en una experta en el manejo del dinero. El viejo trío se transforma en una red de amores. El conflicto se presenta del lado de ellos: tanto el cura, quien había bajado la cortina al sexo, cuanto el rabino, que se enamora de una goy haciendo peligrar su prometedora carrera, devienen rivales frente a la misma mujer. La comunidad judía, por su parte, deberá preguntarse si está abierta al cambio.

La comedia pretende seguir ciertos parámetros del género del Hollywood clásico, con algunas reminiscencias de Woody Allen –con quien Norton actuó en Todos dicen te quiero– relativas al humor judío. El problema reside en que para contar esta historia el realizador se toma más de dos abusivas horas. Y Norton no es Allen, ni Sturges, y los actores no son Katharine Hepburn ni Cary Grant. La narración es un largo flashback hasta la mitad, cuando hace crisis el conflicto, y la segunda mitad, en que se resuelve, no aporta nada nuevo, con el agravante de que la atención decae hasta un final totalmente previsible. Además, por momentos los guionistas parecen olvidar que hay un narrador/personaje que cuenta detalles que él no podía conocer. En fin, libertades y desprolijidades propias del cine clase B. De la fe del título ni noticias, ya que se evita cuidadosamente llevar hasta el fondo cualquiera de los temas propuestos.

La actriz Jenna Elfman es una cara bonita especial para comedias románticas, y puede ser seguidora de Helen Hunt y Meg Ryan, aunque sin el nivel de actuación de aquéllas: nunca nos hace creer que realmente sea una yuppie habilísima para las finanzas. Y ella es la que sostiene –un poquito nomás– al film. Hay algunos conocidos veteranos en papeles secundarios: Anne Bancroft hace su papel de idishe mamme dispuesta a corregir errores del pasado, y Eli Wallach y el director Milos Forman (con quien Norton trabajó en Larry Flynt) son los equivalentes veteranos del dúo principal, encargados de mostrar que las instituciones religiosas están dispuestas a dar permisos. En su apertura intercultural, el film ofrece un solo detalle original: la presencia de un vendedor de equipos de música para karaoke totalmente bizarro (Ken Leung), que evoca al coreano de nuestro televisivo "Todo por dos pesos". Parece ser el único que cree en lo que está haciendo.

Josefina Sartora (*)      


(*) Esta es la primera nota de Josefina Sartora en CINEISMO. ¡Bienvenida!