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CINEISMO in situ
48º Festival de San Sebastián
Primera nota
(
 Nota) (Balance) (Premios)


Diez días, nueve noches



Aitana Sánchez


Michael Caine


Liz Hurley

SAN SEBASTIAN, 21 de septiembre de 2000.–
Está arrancando la 48ª edición del que se dice es el cuarto festival de cine. Ni tan siquiera es preciso indicar los tres anteriores. Que la relevancia real y el impacto mediático del Festival Internacional de Cine de San Sebastián sean menores de lo que se cree en España a buen seguro se debe a un impropio chauvinismo más dado del otro lado de los Pirineos.

Una de las razones esgrimidas para dar o restar importancia al Festival pasa por la presencia (o no) de las estrellas de Hollywood que se zafan de los periodistas por el delicioso paseo de la Playa de la Concha. Este último año (de trece) del señor Diego Galán en la dirección serán de nuevo muchos los actores y pocas las actrices que llamen la atención del público donostiarra. Los premios "Donosti", que recompensan la labor de intérpretes y directores de la escena mundial, recaerán este año en dos actores: Michael Caine, que ya fue premiado en San Sebastián por su papel en Sangre y vino (Blood And Wine, de Bob Rafelson), y el –sigamos con el tópico– camaleónico Robert De Niro que, si no lo impide su agenda, aterrizará en el Festival el 29 de septiembre, un día antes de su conclusión.

También estarán Morgan Freeman, Gene Hackman, Bernardo Bertolucci, John Waters y el inevitable Pedro Almodóvar (se pretende celebrar el vigésimo aniversario de su debut, la trasnochada Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón). Pero si de lo que se trata en un festival es de contentar al público de la ciudad en que se celebra, este San Sebastián cumple en varios sentidos.

La sección oficial se presenta arriesgada, con escasos directores consagrados de esos que aseguran, o cuanto menos prometen, grandes películas. Más allá del mexicano Arturo Ripstein (que estará por partida doble, en la sección oficial con La perdición de los hombres y en la abierta con Así es la vida), el peruano Francisco Lombardi o el propio Alex de la Iglesia, los nombres de los cineastas que competirán por la Concha de Oro no suenan al espectador medio, pese a que a muchos de ellos se les presupone un piso de calidad.

Los franceses son los que cuentan con más títulos a concurso. François Ozon, que viene de presentarse este año en Berlin, trae Sous Le Sable; Mathieu Kassovitz, que tanto defraudó con Assasin(s), presenta Les Rivières Pourpres, con el handicap de no haber podido tan siquiera estrenar en España Déjà Vu, su anterior largometraje; Nicolas Klotz viene con Paria, y por último, Elie Chouraqui con Harrison’s Flowers, enmarcada en la guerra de la ex Yugoslavia.

Los exotismos no podían faltar en San Sebastián. La sección oficial cuenta con Barking Dogs Never Bite (Perrro que ladra no muerde), del coreano Bong Joon-Ho; Face, del japonés Junji Sakamoto, y Before The Storm, de Reza Parsa, director iraní afincado en Suecia. Una buena porción del resto de las cinematografías europeas también cuenta con representación: Alaska.de, de la documentalista alemana Esther Gronenborn; la irlandesa Country, dirigida por Kevin Liddy, y fuera de concurso la británica Shiner, de John Irvin, con el homenajeado Caine en el reparto.

Kathryn Bigelow, una directora cuyas películas rara vez dejan indiferente, será la encargada de dejar alto el pabellón estadounidense. Su film es El peso del agua, protagonizado por Sean Penn, Liz Hurley y Catherine McCormack. Al igual que en los últimos años, en la sección oficial (competitiva) de San Sebastián se cuelan muy pocos blockbusters yanquis, aunque sólo sea por tratarse del fin de temporada festivalera.

El paquete local (español) contempla el estreno en primicia de La comunidad, del vasco Alex de la Iglesia, director que no termina de despegar pese a que más de uno asegura haberle visto arrestos de talento. En esta ocasión, su película toma la apariencia de un clásico comic español para montar desde allí una historia que mezcla en partes iguales humor y suspense. Asimismo, un habitual en San Sebastián (Donosti en euskera, el idioma del País Vasco) es Imanol Uribe, presente también este año con la adaptación de una novela de Antonio Muñoz-Molina, Plenilunio. Uribe, que ya cuenta en su haber con el más preciado galardón del festival por Bwana, se conformará con mantenerse fuera de concurso. Por último, dejando a un lado que tanto la película Tinta roja de Lombardi como Sin dejar huella de María Novaro son coproducciones con Perú y México respectivamente, la apuesta española se cierra con El otro barrio, de Salvador García. El joven director local optará al premio de Nuevos Directores con la que es su segunda película. Si en su debut (Mensaka) adaptó una novela del inexplicablemente célebre José Angel Mañas, esta vez toma un texto de Elvira Lindo, autora que ha conocido su mayor éxito desde la literatura para niños, como punto de partida.

El equipo de encargados de decidir los premios estará liderado por el director Stephen Frears, cuya película Liam viene de recibir una gran acogida en el Festival de Venecia. Junto a él otro director, Jim McBride, el director de fotografía bilbaíno Juan Ruiz-Anchía, las actrices Angela Molina y Andrea Ferreol, el compositor Jorge Arriagada y el productor francés Stephane Tchel Gadjeff.

Con esta arriesgada selección, los espectadores posiblemente opten por contemplar títulos premiados en otros festivales o cuyo éxito crítico ha impactado a los ojeadores de San Sebastián. Se trata de la oferta alternativa, la zona abierta, que aquí se engloba bajo el nombre de "Zabaltegi". En las múltiples salas de la ciudad podrán verse muchas de esas películas que los distribuidores españoles parecen negarse a adquirir hasta que ganan algún premio. Ang Lee, con Crouching Tiger, Hidden Dragon, será, como muestra, el encargado de romper el hielo. A su lado, títulos de prestigio como In The Mood For Love, de Wong Kar-Wai, Amores que matan, de Alejandro G. Iñarritu, A La Verticale De L’Eté, de Tran Anh Hung, Trolösa, de Liv Ullman, Camino a casa, de Zhang Yimou y Before Night Falls, de Julian Schnabel, serán algunas de las encargadas de convertir al festival en un éxito de público.

Actividades paralelas tampoco faltarán: desde las proyecciones gigantes que tienen lugar en el velódromo de Anoeta (allí se verá Cecil B. Demented, de Waters) hasta conciertos, como el esperado de Caetano Veloso y David Byrne, pasando por exposiciones fotográficas, retrospectivas (una para Bertolucci, otra del británico Carol Reed, y una tercera dedicada a la "generación de la televisión" que animaron los Arthur Penn, John Frankenheimer, Robert Mulligan o Sidney Lumet) y la entrega del Gran Premio Fipresci a la mejor película del año a Magnolia, el magnífico retablo de paisaje humano descrito por P.T. Anderson, que ya triunfó en Berlin.

Por último, señalar la componente de escaparate que tiene San Sebastián ante el resto del mundo en lo que al cine hecho en castellano se refiere. La sección "Made in Spanish" proyectará esta edición 37 largometrajes y dos cortometrajes procedentes de España e Hispanoamérica. Junto a ejemplos de cine moderno, como la modélica Monos como Becky, de Joaquín Jordá y Nuria Villazán (la mejor película española desde El sol del membrillo), el público podrá conocer películas como Invocación, de Héctor Faver, Qué absurdo es haber crecido, de Roly Santos o Saluzzi, ensayo para bandoneón y tres hermanos, de Daniel Rosenfeld.

Rubén Corral (*)      


(*) Esta es la primera nota de Rubén Corral en CINEISMO. ¡Bienvenido, chaval!