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EL ULTIMO CONTRATO
(Sista Kontraktet)

Suecia, 1998


Dirigida por Kjell Sundvall, con Mikael Persbrandt, Michael Kitchen, Pernilla August, Reine Brynolfsson, Bjorn Floberg, Jaqueline Ramel.



Olof Palme fue político y primer ministro de Suecia. Durante su gobierno, puso en práctica la idea de "sociedad fuerte" respecto de la articulación del Estado y supervisó una serie de reformas políticas de largo alcance. Pero se haría famoso por sus políticas en el plano internacional. Su posición provietnamita y la "neutralidad activa" con que discretamente defendía los movimientos de izquierda en el Tercer Mundo causaron indignación. Armó un verdadero revuelo cuando consiguió para Escandinavia el status de Zona No Nuclear, perjudicando los intereses de la OTAN. Luchó contra la intervención de las superpotencias en los asuntos internacionales y examinó las posibilidades de una solución pacífica al conflicto Irán-Irak. En fin, podría decirse que era una de esas personas que desean cambiar el mundo para bien.

Esta breve explicación es (humildemente) más clara y concisa que El último contrato, y permite entender mejor la vida, obra y trágica muerte de Olof Palme, asesinado el 28 de febrero de 1986 cuando salía de un cine con su esposa. Los responsables y las circunstancias nunca fueron clarificados.

El film sueco parte de la premisa que el asesino no era un fanático solitario sino que tenía toda una organización detrás. Para esto toma como modelo a JFK, el famoso film de Oliver Stone. Pero hay grandes, enormes diferencias. Porque mientras JFK aboga por su posición introduciendo un debate en la mente del espectador (a la vez que entretiene a pesar de su extensa duración), El último contrato pretende que inmediatamente se pongan "en su favor" sin exhibir ninguna razón para ello. Y en más de un momento, aburre soberanamente.

Una película que quiere transmitir un mensaje al que la está mirando debería fundamentarlo y desarrollarlo de cara a sus destinatarios. No sólo plantando sólidamente en pantalla a su objeto de admiración (en este caso, Olof Palme), sino también a los grupos u organizaciones que le son antagónicos. Aquí, los nazis y los norteamericanos son retratados con espantosa superficialidad. A sus motivos contra Palme no nos queda otra que intuirlos.

Paradójicamente, el film también peca de acumulación. Además de la trama expuesta más arriba, se encarga de adentrarnos en las respectivas historias del asesino contratado para realizar el trabajo y el policía que intenta impedir el crimen. La del asesino termina siendo la más lograda de todas, pese a sus notorios convencionalismos. En cambio, la del policía recuerda demasiado a la del fiscal Garrison en JFK. Un agente que, por involucrarse demasiado en su trabajo, termina con serios conflictos familiares, cosa que obliga a soportar largos minutos de discusiones, que poco importan ya que, a la vez, poco y nada llega a saberse de esta familia.

El último contrato apela a una estructura de guión francamente retorcida, que mezcla el racconto con las líneas dramáticas paralelas. Y las mezcla mal, lo que no deja de ser grave en un género difícil como el thriller político. La película transita por varios países (Suecia, Inglaterra, Estados Unidos, Sudáfrica, Malta) y espacios temporales, pero tropieza con demasiados baches de narración que lo único que hacen es contribuir a la confusión de la platea.

Todo esto es causa de la maldita manía europea de hacer films al estilo americano, como si copiar el molde les alcanzara para salir bien parados, y hasta para hacerse la ilusión de que superan al original. Claro que el resultado es muy otro: películas tan convencionales como las yanquis y, encima, "regionalistas". No en el sentido de "pinta tu aldea y te harás universal", sino más bien en el de "sólo te van a entender los suecos". Es alarmante la frecuencia con que esta clase de films están estrenándose en la Argentina (vean si no Los ríos de color púrpura), quitando lugar a películas que valen la pena.

Mientras tanto, si quieren saber de Olof Palme, consulten un libro de Historia.

Rodrigo Seijas     


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