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SE BUSCA PAREJA
(Must Love Dogs)

Estados Unidos, 2005


Dirigida por Gary David Goldberg, con Diane Lane, John Cusack, Elizabeth Perkins, Christopher Plummer, Dermot Mulroney, Stockard Channing
.



La comedia romántica es, sin lugar a dudas, toda una institución. Adorada por el público y, salvo contadas excepciones, denostada por la crítica que busca profundidades. Sin embargo, la fórmula "chico busca chica" o su reverso (o en estos tiempos –aunque todavía no tanto–, ya sin la necesidad de variar el género sexual) es de un grado de universalidad que difícilmente pueda evitarse en algún pasaje de los otros géneros cinematográficos. Hubo un tiempo que fue hermoso para los fanáticos de este rubro, pero hacía bastante que no aparecía un título para recordar. Y si bien Se busca pareja no es perfecta ni mucho menos, es una digna exponente para estos tiempos que corren.

Sarah (Diane Lane) pasó la treintena, es maestra jardinera, se ha divorciado y está sola. Mala conjunción de factores, piensa su familia. Fotos, compañeros de trabajo, parientes lejanos, cualquier posibilidad es atendible y debe ser tenida en cuenta. Hasta que Carol (Elizabeth Perkins) y Christine (Ali Hills) –las preocupadas y divertidamente entrometidas hermanas– vuelven más real la búsqueda. El mundo ampliado de Internet tiene que demostrar que sirve para acortar las distancias. Y ahí está el sitio PerfectMatch.com para hacerlo. Después de negarse, Sarah se anima a esas citas que están por encima de los encuentros a ciegas pero tampoco ofrecen ninguna seguridad plena. Y cuando la rueda de posibles candidatos parece reafirmar su "soltería", aparece Jake (John Cusack) –sumado sin su conocimiento a los encuentros de la red por su amigo Charlie (Ben Shenkman)– y, entre perros, malentendidos y esperanzas, algo podrá ocurrir. Claro que Jake arrastra su ruptura reciente y sus miedos y fobias, y que Bob (Dermot Mulroney), el padre de unos de sus alumnitos, recién separado y todo un playboy, también parece interesarse en la chica... y que Bill (Christopher Plummer), su padre viudo, no para de coquetear con cuanta mujer se le cruce y una de ellas (Stockard Channing) la tomará de confidente. Y la vida se parece demasiado a una película... ¿o era al revés?

Lejos de toda originalidad (¡es una de amor, después de todo!), la cinta abreva en sus predecesoras y suma homenajes por doquier. Recurre a Internet como Tienes un e-mail, al recitado de un poema de Cuatro bodas y un funeral, al amor obsesivo por un film de Sintonía de amor, a la familia preocupada por la soledad de uno de sus miembros de Notting Hill, a la escena de baile de El objeto de mi afecto, a los testimonios a cámara de Cuando Harry conoció a Sally, a la aparición del tercero o el amigo gay de La boda de mi mejor amigo. Pero todo sumado a un guión inteligente (de Gary David Goldberg, además director y productor) que actualiza, sin cinismo y poniéndole el cuerpo, la problemática del amor en una época descreída y de inmensas soledades que jamás se asumen como tales. Aunque tampoco pueda evitar ciertos baches narrativos o casualidades "demasiado" casuales: no me pregunten de qué viven algunos personajes o para qué están otros o a qué se debe la compulsión de Sarah por aparecer, de repente, como otras que nunca será ni condicen con el armado de su personalidad y, definitivamente, lo de los perros es bastante adyacente.

Aun así, los obstáculos y las relaciones entabladas jamás escapan hacia lo puramente ficcional, o inconcebible fuera de la pantalla, sino que se mantienen dentro de los parámetros de una realidad plausible que realza la empatía y la cercanía del espectador y sus propios conflictos (allí está como prueba la carrera loca para comprar un preservativo y su resolución). Esta decisión por construir un amor "terrenal" es un acierto y también lo es la construcción de personajes femeninos que llevan a cabo los, supuestamente, esperables actos que les corresponden a los hombres (avances, tiempos de espera, búsqueda de relaciones "menos comprometidas") y un protagonista masculino idealista y sensible que añora y persigue los amores pasionales e imposibles de los films clásicos, en este caso Doctor Zhivago. A pesar de una dirección un tanto esquemática, las actuaciones son un acierto y el humor es un arma de la que la película sabe sacar partido.

La escena de Sarah en la cocina comiendo sola, de pie, apoyada contra la mesada, y el mismo final (con la "magia" del amor pero sin abandonar la concretitud de lo real) son muestras de la calidad de este guión para observar detalles que en su simpleza no niegan su profundidad.

Encantadora, simpática, Se busca pareja apuesta por el amor y no se equivoca. Cree en lo que cuenta y eso hace que no caiga ni en cursilerías ni en la frialdad de ciertas posturas posmodernas que suponen que la emoción o el sentimiento son vergonzantes.

Javier Luzi      


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