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CINEISMO RECOMIENDA
SAMY Y YO
Argentina,
2002 |

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Dirigida por Eduardo Milewicz, con Ricardo Darín, Angie Cepeda, Cristina Banegas, Alejandra Flechner, Henny Trayles, Carolina Peleritti.
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"Sufro y en los ratos libres escribo", así es como describe
Samy a qué se dedica. Es que Samuel Goldstein, este nuevo personaje de
Eduardo Milewicz, es introvertido, inseguro, fóbico y, básicamente,
judío. A la manera de un Woody Allen porteño, Ricardo Darín recrea a
este guionista de televisión que tiene cierto talento –aunque nadie
parece darse cuenta y aunque se le hayan agotado "los 70
chistes" de su repertorio– pero se siente un fracasado. Samy quiere
ser otro: quiere escribir una novela, quiere tener una vida sexual más
plena con su novia, quiere hacer reír con sus libretos, quiere...
quiere... pero no puede.
El mismo es su peor enemigo y –bajo su oscuro punto de vista– las
circunstancias tampoco ayudan. Además, ser hijo de un padre que un día
se hartó de todo y "se mandó a mudar"; tener una hermana
amargada y solterona que le exige que pague la fiesta de bar-mitzva de su
sobrino; y una madre moishe (Henny Trayles) que camina con patines
por toda la casa para no rayar los pisos mientras le recrimina a Samy cada
paso que da y nunca deja de preguntarle si comió, no es tarea fácil.
Samuel vive en un mundo de mujeres que rigen su existencia y entre las
que se reparten sus conflictos: las de su familia, su pareja (Alejandra
Flechner), las amigas de ella, su jefa (Rita Cortese). Pero el rumbo de su
vida comienza a torcerse cuando fortuitamente conoce a Mary (Angie Cepeda)
–otra mujer–, una atractiva colombiana que es completamente opuesta a
él. Toda entusiasta, positiva, sonriente, llena de color y belleza por
donde se la mire, Mary es la única que parece ver en Samy a alguien con
potencial. Y así, como siempre, sin querer y casi sin saber cómo, el
pequeño, anteojudo y sombrío hombrecito gris se ve envuelto en un
programa de TV del que la extranjera es flamante productora. El mismísimo
Samy y sus paranoias son los protagonistas de "El show de Samy".
El éxito del show –que incluye a su madre–, el nuevo e inesperado
romance con alguien tan diferente y ajena a su mundo, y las ideas y
vueltas con su antigua pareja superan al atormentado Samy, quien no logra
disfrutar de nada. Todo lo contrario, quiere salir corriendo (pero no
puede) y, para colmo, cuanto más deprimido está... bueno, mejor paro de
contar acá.
Ambos tonos, el de la comedia romántica y el del humor logrado a
través de la caracterización estereotipada de los personajes (el judío
fóbico, la linda superficial, la intelectual superada, la idishe mame,
etc.) y sus circunstancias adversas conviven y se complementan
perfectamente en este film de novedosa mezcla.
La suma de esos aciertos, más el sostén actoral de Darín como
protagonista y un guión sólido y entretenido hacen de este film una muy
grata sorpresa. Por un lado porque Milewicz venía de realizar un drama (La
vida según Muriel) y ahora se luce con una comedia muy fuera de lo
común. Por otro lado porque el cine argentino ofrece películas muy
buenas sólo de vez en cuando: El hijo de la novia (aunque no
compartí la devoción que despertó en general); últimamente Herencia,
con sus toques graciosos pero definitivamente más nostálgica y
conmovedora; y, ahora, Samy y yo.
Yvonne Yolis
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