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EL SEÑOR DE LOS ANILLOS: EL RETORNO DEL REY
(Lord Of The Rings: The Return Of The King)

Estados Unidos, 2003



Dirigida por Peter Jackson, con
Viggo Mortensen, Elijah Wood, Ian McKellen, Sean Astin, Liv Tyler, Billy Boyd, Orlando Bloom.



Tras La comunidad del anillo y Las dos torres, las dos primeras partes de El señor de los anillos, Peter Jackson, su director, enfrentaba la última entrega, El retorno del rey, con un amplio crédito pero también con la enorme presión de culminar la trilogía convirtiéndola en la gran saga de los últimos tiempos. Afortunadamente para todos, Jackson lo logró. Y lo logró apelando a códigos del cine de gran espectáculo que parecían extintos.

Cabe aclarar que El señor de los anillos: El retorno del rey reclama, al igual que sus predecesoras, más de una visión. Es que este capítulo final –en el que Frodo y Sam culminan su camino al Monte del Destino para arrojar allí el Anillo mientras que Aragorn, Gandalf y los demás se preparan para las batallas finales en defensa de la Tierra Media– ofrece numerosísimas aristas. Suceden muchas cosas en el libro, y tantas de ellas han sido transferidas a la pantalla que, pese a la extensa duración de la película (unos 200 minutos), varios acontecimientos han sido tratados superficialmente. No faltarán fanáticos que lamenten el breve desarrollo de ciertos personajes, que lloren la desaparición de ciertas escenas “fundamentales” del libro, que griten contra ciertos giros que adquirió la trama en su pasaje al celuloide. (Entre los disconformes ya se cuenta Christopher Lee, quien retiró su apoyo al film porque Saruman, su personaje, vio reducida su presencia en la pantalla.)

Y es verdad que hay cabos sueltos. Pero no son tantos, y sí muy pequeños en relación con la cantidad de tramas y subtramas que se desarrollan con total acierto. Y son más pequeños aun a la luz del espíritu de la obra de Tolkien, que pervive intacto gracias a la mano maestra de Jackson. El retorno del rey ofrece momentos memorables, como la carga de Faramir y los Jinetes de Gondor (destinada a un mortal fracaso) montada en paralelo con el hobbit Pippin cantando una tristísima canción en compañía de Denethor, Senescal de Gondor. Batallas espectaculares, como la que transcurre a las puertas de la grandiosa ciudad de Minas Tirith. Escenas espeluznantes como el enfrentamiento entre Frodo y Ella-Laraña; actuaciones estupendas como la de Andy Serkis en la piel de Gollum; nuevos y complejos personajes como Denethor. Los personajes evolucionan de diferentes maneras (vale la pena ver cómo Pippin y Merry se transforman de inocentes y pendencieros en valientes y decididos hobbits capaces de cambiar el destino de muchos), la maldad y el heroísmo crecen por igual y las historias alcanzan picos de máxima tensión y complejidad.

Al igual que en Las dos torres, el guión arranca sin “introducción recordatoria” de acontecimientos, sumergiéndonos en la aventura con un prólogo que cuenta cómo Smeagol se convirtió en Gollum a partir del hallazgo del Anillo. Y después se toma una hora para presentar la primera batalla. Eso demuestra una confianza en el espectador absolutamente inusual en el Hollywood de nuestros días, que parece creer que la platea no aguanta más de cinco minutos sin peleas, tiros o explosiones. Pero Peter Jackson sabe que tiene una historia por contar y un público dispuesto a disfrutarla; y que ese público está capacitado para entender lo que ocurre sin necesidad de explicaciones estúpidas. En El retorno del rey no hay palabras de más ni de menos. Y una excelente unión de los recursos técnicos de hoy con las formas narrativas de ayer la convierte, en su conjunto, en un gran espectáculo que se diferencia de otros tanques por su firme apelación al clacisismo. Después de todo, El señor de los anillos –algo que ya podemos ver como una totalidad– prueba que se puede ser moderno echando mano de procedimientos considerados “anticuados”.

Sería una espléndida noticia que Peter Jackson se llevase el Oscar, y que esto contagiase a otros directores y productores por el bien del decaído, y casi siempre insoportable, cine de primera línea comercial. La mala noticia es que ya no va a haber nuevas entregas de El señor de los anillos, aunque todavía quedan “El hobbit” y “El silmarillion”, los otros libros escritos por Tolkien que transcurren en la Tierra Media.

Rodrigo Seijas      

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