HOMEPAGE
ESTRENOS
VIDEOS
ARCHIVO
MOVIOLA
FORO
CARTELERA
PRENSA
ACERCA...
LINKS















LA PRUEBA
(Proof)

Estados Unidos, 2005


Dirigida por John Madden, con Jake Gyllenhaal, Gwyneth Paltrow, Anthony Hopkins, Hope Davis, Gary Houston.



La prueba es la adaptación cinematográfica de la exitosa obra teatral del mismo nombre. Montada en los escenarios de casi todo el mundo a partir de su estreno en 2000 (incluido nuestro país: formaron parte de su elenco Gabriela Toscano, Pablo Rago, Carola Reyna y Osvaldo Santoro), aclamada por la crítica, favorecida por el público y multipremiada, la pieza de David Auburn es un mecanismo de relojería que entrelaza las relaciones filiales, las matemáticas y la locura utilizando el suspenso y la intriga para ir develando misterios que como vueltas de tuerca agregan el plus necesario para hacer avanzar la acción y combinar la frialdad de los números con la emocionalidad de los sentimientos en juego.

Catherine (Gwyneth Paltrow) viene dedicándose a cuidar a su admirado padre Robert (Anthony Hopkins), un brillante matemático que revolucionó el campo de las ciencias con sus teorías a muy temprana edad, y que ahora sobrelleva una locura incipiente. A poco de andar Robert está muerto, y la joven espera a su atildada y ordenada hermana Claire (Hope Davis), que viaja desde Nueva York a Chicago para asistir a los funerales (y para alguna que otra cosita...), mientras Hal (Jake Gyllenhaal), joven discípulo de su progenitor, revisa sus papeles en procura de hallar algún material importante. Alejada de sus deseos y necesidades, de su propia vida académica y personal, Catherine se pregunta si no está a punto de caer ella misma en la demencia.

Ya se sabe cuán difíciles resultan las adaptaciones (en este caso realizada por el propio autor junto a Rebecca Miller), más aun cuando es tanto el respeto y la admiración casi enceguecedora que se dispensa al material original, y algo de esto sucede en esta película de John Madden (también director de Shakespeare apasionado). Los grandes temas –¿qué separa la locura de la genialidad?, ¿qué legados familiares terminan decidiendo nuestro destino?, ¿quiénes somos?– y la profundidad con los que se los encara por momentos se confunden con la solemnidad y un clasicismo mal entendido. Aunque el cineasta evita ceñir las situaciones a un solo sitio, sacando el texto al exterior cada vez que puede –quizá en demasía si nos remitimos a la funcionalidad de los decorados en determinadas escenas–, parece no haberse dado cuenta de que la teatralidad persiste en unos parlamentos notoriamente artificiales. La resolución concreta de la puesta en escena es sumamente chata: esos planos-contraplanos, los primeros planos constantes (que buscan forzar la mostración de una interioridad que la actuación, más bien superficial, escamotea), esa iluminación, esa música... todo ayuda a que los 99 minutos de la pelicula parezcan muchos más; a que sus nobles intenciones fallen.

El film adopta la mirada de Catherine (no es que se cuente desde ella, pero está en todas las escenas y de alguna manera maneja los hilos narrativos), por lo que los demás personajes adquieren para el espectador la carnadura y la calificación que ella les dispensa: la hermana egoísta, el padre enfermo, el muchacho inseguro... y acaban convirtiéndose en algo parecido a casilleros vacíos que alguien llenó por nosotros.

Si una de las cuestiones temáticas centrales era desarrollar la idea de que evidencia y prueba no son términos homologables en las relaciones humanas (aunque sí lo puedan ser en el campo teórico), y/o que tal dicotomía sólo puede ser zanjada a través de la confianza (y esto se enuncia literalmente en una escena clave, desatando el último de los conflictos), es el propio film el que no termina creer en lo que postula su protagonista, y necesita dejar bien en claro –cuando no mostrando, directamente diciendo– todo lo que ocurre mediante flashbacks innecesarios, repeticiones y palabras, demasiadas palabras a las que se les nota, se les cae, su importancia.

Definitivamente a Hollywood las paranoias y las matemáticas no se le dan muy bien. Ayer fue la sobrevalorada Una mente brillante. Ahora, esto.

Javier Luzi      

ARTICULOS RELACIONADOS:
   >Crítica de Shakespeare apasionado


Enviá tu crítica al Foro