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PACTO DE JUSTICIA
(Open Range)

Estados Unidos, 2003



Dirigida y protagonizada por Kevin Costner, con
Robert Duvall, Annette Bening, Michael Gambon, Michael Jeter, Diego Luna, James Russo.



Hay películas que constituyen un refugio para el espectador. Cuando peor se siente, cuando la vida no le sonríe o cuando sólo ha visto un mal film y necesita recomponerse, el espectador no tiene más que recurrir a esta clase de películas para sentirse mejor y recuperar la fe en el mundo, integrado entre otras cosas por ese hermoso arte que es el cine. Pacto de justicia es una de esas películas.

Y lo que devuelve, además, son las esperanzas frente a la malaria del cine realizado por el Hollywood actual, precisamente porque reinvindica las formas narrativas, estructurales y estéticas del cine clásico estadounidense. Dirigida y protagonizada por Kevin Costner, fue también producida por el actor, quien tuvo que financiar la mayor parte del presupuesto sin ayuda de los grandes estudios, en lo que constituyó un importante esfuerzo personal.

Este western cuenta la historia de Boss Spearman (Robert Duvall), un vaquero de los que ya quedaban pocos en la segunda mitad del siglo XIX, quien arria ganado junto con Charley Waite (Costner) y dos compañeros más, un gordo grande como un oso y un joven mexicano (Diego Luna). Tanto Boss como Charley desean hacer su trabajo en paz, libremente, esquivando las malas compañías. Pero cuando sus dos compañeros son atacados salvajemente por los pistoleros del hombre fuerte de un pueblo cercano (Michael Gambon, en la versión más capitalista de un terrateniente que se haya visto), Boss y Charley deciden ajustar cuentas. Saben que llevan todas las de perder, que el terrateniente tiene al sheriff en el bolsillo y al pueblo aterrorizado, pero también saben cuáles son sus derechos y no van a permitir que los atropellen. Contarán con la ayuda de algunos pueblerinos, especialmente la hermana del médico del lugar (interpretada por Annette Bening), pero tendrán que enfrentar sus demonios internos –en el caso de Charley– y la ya muy cercana vejez –en el caso de Boss–.

Costner construye el film con paciencia, tomándose todo el tiempo necesario para describir a los personajes y las situaciones, confiando en las imágenes y en la historia que narra. Para esto incorpora muchos elementos que caracterizan a los grandes maestros del cine del Oeste. De John Ford (Más corazón que odio, Un tiro en la noche) toma la inserción del hombre en el paisaje y el cuidadoso tratamiento de los protagonistas; de Howard Hawks (Río Bravo, El Dorado) asimila la meticulosa trama en la que intervienen pequeños grupos enfrentados a poderosos en total inferioridad de condiciones; de Budd Boetticher (Estación Comanche) introduce el laconismo y la conexión con un pasado oscuro de los intérpretes; en cuanto a Sam Peckinpah (La pandilla salvaje, Pistoleros al atardecer), se puede apreciar su violento estilo a la hora del duelo final. Asimismo, podemos encontrar reminiscencias a otros clásicos como A la hora señalada o Duelo de titanes.

Pero por encima de todo, este emprendimiento casi en soledad en busca de la reinvindicación de un género que muchos dan por extinto en su forma más pura, sin intentos de parodia, celebrando formas de dirigir que ya no se emplean, emparentan a Costner con Clint Eastwood, uno de los últimos narradores clásicos norteamericanos. Se podrá cuestonar el hecho de que este western no posee una trama original y que su estilo puede estar pasado de moda. Pero se estaría pasando por alto el objetivo de Costner al filmar Pacto de justicia: el de contar con cariño y respeto una simple historia. Y todos sabemos que, si se la relata de la manera adecuada, una simple historia puede adquirir numerosos matices.

Costner contó con un sólido elenco en el que Bening (haciendo a una mujer tan fuerte como delicada, que enamora a primera vista a Charley), James Russo, Michael Gambon y él mismo están formidables, y en el que Robert Duvall confirma que cuanto más viejo está, mejor actor es. Por lo demás, los excelentes trabajos de dirección de fotografía, sonido y arte incrementan la entidad de Pacto de justicia.

En el mismo año en que se cumplió el centenario del western, no deja de ser un acto de justicia que se estrene una película que nos dice que se puede filmar como cincuenta años atrás... y ser, todavía, un adelantado. El western vive. Y nunca, por suerte, va a morir.

Rodrigo Seijas      


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