| |
NO NOS
DEJES COLGADAS
(Hanging Up)
Estados Unidos, 2000 |
|
Dirigida e interpretada por Diane Keaton, con Meg Ryan, Lisa Kudrow, Walter
Matthau, Ann Bortolotti, Jesse James, Cloris Leachman.
|
Es la típica comedia que porque está
protagonizada, escrita y dirigida por mujeres, hace fruncir la nariz a ciertos críticos
ligeramente misóginos que dictaminan mirando por arriba del hombro: "una
producción femenina dirigida a las señoras que gustan de reír y llorar en el
cine", o algo por el estilo (ver, sin ir más lejos, lo que pasó con la vital Agnes
Brown en diario de gran tirada). Pues bien, No nos dejes colgadas, aunque
viene tachonada de nombres femeninos en sus diversos rubros, es sencillamente una comedia
humana, alternadamente amarga y dulce, graciosa y dramática. Una feliz conjunción reúne
a comediantes de los quilates de Meg Ryan, Lisa Kudrow y Diane Keaton asimismo
directora en los protagónicos, mientras que las hermanas Delia y Nora Ephron son
las responsables del guión (de reconocidos ribetes autobiográficos en algunas zonas).Ciertamente,
se podría transcribir una pequeña antología de los ingeniosos diálogos de este film
(del tipo: "John Wayne era un verdadero hombre aunque tenía el pito chiquito",
sostiene el padre, y la hija que lo está acompañando, le responde: "Por eso le
gustaban tanto las pistolas grandes"). También se podrían enumerar las situaciones
alocadas que se producen a menudo con el celular en mano que conecta (es un decir) a este
grupo familiar de un padre y sus tres hijas (la madre se borró hace rato). Pero lo más
interesante y original de No nos dejes... es su planteo argumental que alude
directa y crudamente a una problemática relativamente nueva: ¿qué hacer con los viejos
que merced a los progresos de la medicina cada vez viven más años, cuando ya
no pueden valerse por sí mismos? Porque es verdad que viejos hubo siempre, pero en un
número bastante menor que el actual (pensemos que el promedio de vida a comienzos del
siglo XIX era de menos de 40 años, y las familias los tenían incorporados a la vida
cotidiana hasta que morían). Pero he aquí que en el presente, esta vejez alargada de
personas cada vez más deterioradas sorprende a los hijos adultos cada uno con su
propio bagaje familiar y laboral a cuestas que se topan con situaciones incómodas
que los angustian y culpabilizan.
Es, claro, lo que les ocurre a Georgia (Diane Keaton), Eve (Meg Ryan) y Maddy (Lisa
Kudrow) en esta producción que, si bien ofrece un punto de vista de mujer, concierne
también a la platea masculina. Que, por otra parte, podrá disfrutar igualmente del humor
ácido, los enredos telefónicos, los momentos de genuina emoción y las inspiradas
actuaciones de un elenco de lujo que incluye a Walter Matthau en el rol del padre gagá ya
muy enfermo, picarón y manejador (bah, un poco hinchapelotas), Cloris Leachman como la
progenitora sin vocación maternal que abandonó el hogar tiempo ha, y, muy
particularmente, Ann Bortolotti. Esta actriz morena y madura se luce como la madre del
médico iraní que atiende al viejo: ella, con esa amabilidad que suelen tener los
extraños, es quien le ofrece un hombro comprensivo a Eve para llorar, quien la consuela y
le da ánimos cuando más sola la han dejado sus hermanas.
Como directora, Diane Keaton (que también estuvo atrás de cámaras en la valiosa Héroes
anónimos) maneja con pareja fluidez el delirio cómico (el choque de Eve, la
discusión de las hermanas después de la conferencia de Georgia, los teléfonos y fax
alegremente arrancados) y las escenas más emotivas, siempre permitiendo que el humor se
cuele en el drama, y que el mayor dolor se alivie con toques de gracia. El guión de las
hermanas Ephron resulta el soporte adecuado para dejar aflorar las miserias y grandezas,
dudas y contradicciones de tres mujeres en la mitad de la vida (años más, años menos).
De la agitada vida actual que a menudo no deja espacio para la expresión de los afectos y
la práctica de la generosidad. Por suerte para ellas y gratificación de los
espectadores, a las tres hermanas de No nos dejes... (que poco y nada tiene que
ver con Chejov) se les da la oportunidad de acortar distancias, soltar los celulares y
recuperar la camaradería cariñosa y juguetona de la infancia.
Moira Soto
|
|