No, Bats no es la peor película de terror bichoso que nos haya tocado
presenciar, pero es tan inconsistente y rutinaria que lo mismo da. No hay una sola idea
original a lo largo y ancho de sus 90 minutos. Más de la mitad de los cuales se nutren de
Alerta en lo profundo, una de tiburones casi tan mediocre como la que
nos ocupa.Esta es de murciélagos. Arranca en
Gallup, Texas, cuando los primeros exponentes de la plaga se abalanzan sobre una parejita
adolescente. No hacen ruido de quirópteros (esa suerte de "cri-cri") sino de
cazabombarderos. Al muchacho lo destripan y a la chica se diría que la violan, pero todo
va tan rápido y está tan mal montado que no estoy en condiciones de asegurarlo.
No es aventurado suponer que no hay guión detrás
de Bats y, si lo hubiere, que fue ideado, escrito y corregido en una misma noche.
En trámite sumario, el film nos tira por la cabeza todos los ingredientes consabidos. Por
un lado la murcielagóloga atractiva; su asistente, un negro chistoso que resulta
más pesado que el infausto Jar Jar Binks de Episodio 1, y el aguerrido sheriff.
Por el otro, el científico maléfico responsable de haber convertido a los nobles alados
en un virtual ejército que amenaza con poner en jaque al Gran País. Como quien no quiere
la cosa, el film aprovecha a esta especie de Profesor Neurus para descargar un ataque
bruto y cursi contra la ciencia: "Así somos los científicos, lo mejoramos
todo", sentencia Bob Gunton mientras se frota las manos y le brillan los ojitos.
Finalmente, los murciélagos. Como en ciertas
propagandas de champú, unas pocas explicaciones de lo más absurdas complementadas por
pantallas de computadoras nos hacen saber que los animalitos fueron objeto de una
espantosa operación genética: los han hecho agresivos (tienen cara de bulldog),
omnívoros y mucho, pero mucho más inteligentes. Tanto es así que los bichos elaboran
estrategias, cuentan con vigías y matones (¡aunque nunca se ve a los jefes!), y no
hubiera sorprendido ver a alguno de ellos intentando ingresar en la Universidad.
O mejor dicho, sí. Hubiera sorprendido un poco.
Será por eso que no lo pusieron.
Guillermo Ravaschino
|