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LE CINEMA DES CAHIERS

Francia, 2001


Documental dirigido por Edgardo Cozarinsky
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Le Cinéma Des Cahiers, del argentino radicado en Francia Edgardo Cozarinsky, es un documental bastante singular que tiene por objeto a la revista de crítica cinematográfica más prestigiosa del planeta: Cahiers Du Cinéma. Lo singular es esta rara "vuelta de pelota" en virtud de la cual el cine se ocupa de una revista que se ocupa... del cine. Sepan ya que Cozarinsky no fijó gran atención sobre este punto, ni lo utilizó para definir en torno del mismo la estructura del film. Lo que tenemos, pues, es un documental convencional en sus formas (testimonios a cámara, imágenes de archivo, tapas y páginas de la revista...), completo y coherente en sus contenidos. Dura 88 minutos, se proyecta en video y resulta imprescindible para los críticos de cine que veneran a los Cahiers (en Buenos Aires forman una pequeña legión), interesante para los cinéfilos, prescindible –o casi– para los demás.

La famosa revista, cuyo nombre podríamos traducir como "Cuadernos de cine", nació en los '50 y fue cuna, sobre fines de esa década y comienzos de la siguiente, del más fenomenal semillero de realizadores en ciernes que registra la historia. Nada menos que François Truffaut, Eric Rohmer, Jacques Rivette, Claude Chabrol y Jean-Luc Godard, es decir la crema de la Nouvelle Vague, formaron parte –entre muchos otros– de la primera etapa de los Cahiers. Unos como redactores, otros como orientadores editoriales (Rohmer, Rivette), algunos como amigos influyentes de los que hacían la revista. Lo más notable debe ser otro hecho que Cozarinsky también toca de refilón, y es la evidencia de que la aproximación crítico-teórica al cine puede ser un excelente punto de partida para una actividad muy otra: la de dirigir películas.

Lo que Le Cinéma... sí desarrolla a fondo es la prehistoria de la revista, que se remonta a la figura del teórico André Bazin (el más célebre entre los realistas), y las múltiples marchas y contramarchas de la línea de los Cahiers, signadas por alineamientos más o menos evidentes con diversas tendencias políticas (el maoísmo de la Revolución Cultural, por ejemplo) y por los amores y odios –igualmente irreductibles, a menudo cambiantes– respecto de diferentes corrientes cinematográficas. En este sentido el film permite apreciar lo bien que el saludable y necesario compromiso le hace a una publicación y, al mismo tiempo, entrever los serios riesgos (reducción, esquematismo) que acechan a los que se pasan de rosca con el "marco teórico". Me refiero a la excesiva inclinación a coronar o demonizar tendencias y realizadores que no ofrecen suficiente homogeneidad como para abordarlos en bloque. Pero esta es una crítica de la película, no de los Cahiers, así que haré bien en poner un punto y aparte.

Bienvenidos rasgos del paisaje geográfico, histórico y político de las últimas cuatro décadas construyen el marco del documental. Allí están el Festival de Cannes del '68 (que coincidió con la famosa rebelión de Mayo y acusó sus ecos), las callecitas de París, la defensa de la Cinemateca Francesa (a cuyo titular, Henri Langlois, Cozarinsky dedicó otra película: Citizen Langlois) y la sombra de un crisol de intelectuales (desde Levy-Strauss a Pierre Boulez, pasando por Roland Barthes) que tapizan los meandros de esta ruta.

Guillermo Ravaschino