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KRAMPACK

España, 2000


Dirigida por Cesc Gay, con Fernando Ramallo, Jordi Vilches, Marieta Orozco, Esther Nubiola, Chisco Amado, Ana Gracia.



Nico y Dani tienen 16 años, son vírgenes y están sin pareja. El papá de Dani partió de viaje, dejándolo solo en la casa –una muy bonita, cerca de una playa del Mediterráneo español–, y Nico, que vive en Barcelona, ha llegado para compartir estas vacaciones con su amigo. Nico y Dani tienen apuro, porque las hormonas empujan, y esto dará lugar a diversas experiencias dentro y fuera de la casa. Y sobre todo, a experimentos, que tendrán distintas consecuencias para uno y otro.

El primero de estos experimentos se llama igual que la película de Cesc Gay (dicho sea de paso, codirector de Hotel Room junto al argentino Daniel Grimelberg). Al volver de un boliche en el que compartieron unos tragos con dos bellas jovencitas, cosa que los dejó calientes, uno propone "hacer un Krámpack", el otro acepta, y ambos comienzan a masturbarse simultáneamente. En este punto dos personas abandonaron decididamente la sala. La primera mitad del film avanza ágilmente. Poco después del Krámpack ya los tenemos en una segunda fase de experimentación: Nico y Dani ya no se masturban al unísono, sino que se hacen la paja el uno al otro. Algo más tarde Dani, que se entusiasma más que su amigo con estas prácticas, le pide a Nico que lo penetre desde atrás. Dicho y hecho. Esto determinó que otras cuatro personas dejaran sus butacas.

Yo estuve lejos, muy lejos de asquearme, pero no dejó de sorprenderme la espontaneidad, la no conflictividad con que estos muchachitos encaran sus primeros pasos sexuales en el terreno de la homosexualidad. Por un lado desconcierta, porque no suena del todo verosímil. Pero también queda claro que el relato (en el que Cesc Gay no juzga ni cuestiona para nada a sus personajes, ya que para eso –declaró– "están los curas y los jueces") plantea a los escarceos homosexuales como un puente, como un escalón posible entre la pubertad y la vida heterosexual adulta. En este sentido, las jovencitas del boliche, que se llaman Elena y Berta, estarán siempre allí, compartiendo salidas con los protagonistas, reboleando sus propias hormonas, seduciéndolos, lo que genera una tensión muy interesante en torno de dos variantes palpables, y a la vez opuestas, para la sexualidad presente y futura de ellos.

Lo que resta verosimilitud, en definitiva, son tenues pero concretos desajustes en los diálogos, en las actuaciones y en el humor, que no siempre encuentran su sitio. Es que Krámpack tiene algo del cine de Eric Rohmer, pero le falta ese tono justo, difícil, esquivo, que el veterano realizador francés maneja como nadie a la hora de adentrarse en temas juveniles densos... con pinceladas ligeras.

Completamente demás está el personaje de Marianne (Myriam Mezieres), una inmigrante que trabaja de cocinera en casa de Dani, cuarentona atractiva que habla en cocoliche (no alcancé a descifrar el origen de su lengua) y nunca acierta con las posturas y los gestos. Algo parecido sucede con otros roles secundarios. Fernando Ramallo y Jordi Vilches, aunque desparejos, salen airosos en los roles centrales, lo que resulta doblemente meritorio habida cuenta del desafío interpretativo que implican todas esas secuencias subidas de tono. Marieta Orozco y Esther Nubiola, como Elena y Berta, no podrían estar mejor.

Guillermo Ravaschino     

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