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    | CINEISMO RECOMIENDA KAMCHATKA 
      Argentina-España, 2002 | 
 
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    | Dirigida por Marcelo Piñeyro, con Ricardo Darín, Cecilia Roth, Héctor Alterio, Tomás Fonzi, Matías del Pozo, Milton de la Canal, Fernanda Mistral.
 
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    | Kamchatka, un sitio remoto, desconocido, ubicado en algún lugar del mapa:
      el lugar preciso "desde donde resistir" para ganar en el juego
      bélico de mesa TEG. Resistir es también la estrategia que ponen en
      práctica en la vida los protagonistas del nuevo film de Marcelo Piñeyro.
      Transcurre el año 1976 y la Argentina ya está sumida en plena dictadura
      militar; socios, amigos y vecinos son desaparecidos y cualquiera puede ser
      el próximo en ser llevado para no volver. Lejos de ser una película
      política o panfletaria, Kamchatka toma este contexto como
      punto de partida de una trama que se centra en la vida cotidiana de una
      familia que se siente amenazada y decide esconderse. Sin demasiados
      preámbulos y explicaciones, ni motivos declarados, madre (Cecilia Roth),
      padre (Ricardo Darín) y sus dos pequeños hijos parten hacia una quinta
      en algún rincón de Buenos Aires.
 De principio a fin, el relato está construído desde el punto de vista
      del mayor de los hermanos (Matías, de diez años); es su voz en off la
      que narra situaciones y revela pensamientos. Hechos históricos y
      referencias concretas a la realidad argentina quedan en segundo plano para
      dar paso a la mirada del chico, a su aprendizaje a través de los juegos y
      la lectura, a su percepción de un momento doloroso que es el umbral hacia
      la madurez. En la nueva casa, dejando de lado las pertenencias, el colegio
      y los amigos, los integrantes de la familia deben borrar su pasado, sus
      profesiones... y hasta sus nombres. El juego TEG, la serie de televisión
      "Los invasores" y un libro sobre las hazañas del famoso
      escapista Houddini son metáforas bastante evidentes de lo que les está
      ocurriendo y de lo que vendrá. Así, padre e hijo toman los nombres de
      David Vicente (por David Vincent, de "Los invasores") y Harry
      (por Houddini). "Invasores" son los militares que secuestraron
      al socio de Darín (como él, abogado), y podrían serlo los extraños
      como Lucas (Tomás Fonzi), que llega a la quinta también huyendo.
      Escapismo (y no magia, aclara puntualmente Matías/Harry) es lo que
      emprenden a la fuerza estos padres para preservar a sus hijos. A través
      del amor, de la música, del humor, de pequeñas enseñanzas que servirán
      en caso de una emergencia y para la vida, esta familia construye lazos
      entrañables que son el mayor acierto del film. También Harry, empeñado
      en ser como su ídolo, pone en marcha un plan de escape para viajar al
      centro y ver a su querido amigo Bertucho, a quien no quiere olvidar a
      pesar de las circunstancias que los separan. El "escape final"
      será el más doloroso y dramático para todos. Kamchatka es entonces la
      palabra clave. Y, al margen de los altibajos del film, a esta altura el
      espectador tampoco quedará indiferente. Las referencias a la salvaje dictadura que rige los destinos del país
      son muy pocas una vez que la familia se instala en la quinta. Alguno que
      otro dato se cuela a través del televisor y, más allá de los trabajos
      de la pareja (padre abogado, madre científica), desconocemos cuáles son
      sus actividades, adónde se dirigen cada vez que salen y por qué están
      donde están. "El afuera" pasa a ser un fuera de campo
      que funciona sólo como disparador, como amenaza constante. El personaje
      de Lucas también aporta información al pequeño Harry, quien intenta
      descifrar algo del presente de su nuevo amigo, pero es sancionado con la
      frase "pregunta incorrecta" cada vez que se involucra demasiado.
      Hay equilibrio entre el dramatismo y el humor en el tono del film y cierta
      tensión que indica que en cualquier momento puede presentarse lo peor. De
      todas maneras –y para bien del relato– no hay golpes bajos en Kamchatka
      y cuando "lo malo" tiene que ocurrir, sucede fuera de los ojos
      del narrador (el chico) y, por ende, también del espectador. Kamchatkacomparte con Plata
      quemada, la anterior película de Marcelo Piñeyro, al guionista
      Marcelo Figueras; un par de escenas musicales en las que los
      personajes bailan, como las que protagonizaba Pablo Echarri; algunos
      momentos en los que el ritmo decae; y la presencia de Héctor Alterio,
      también protagonista de Caballos salvajes y Cenizas del
      paraíso, e ícono del cine coproducido con España (como en este
      caso). Pero Kamchatka toma suficiente distancia de la fallida
      adaptación de la novela de Ricardo Piglia como para convertirse en un
      film mucho más atractivo y conmovedor. Situado en un terreno intimista y
      centrado en los vínculos familiares, Kamchatka logra la
      identificación del espectador gracias a la buena química entre los
      integrantes de la casa y a las actuaciones de los grandes (Darín, Roth,
      Fonzi) y los pequeños (Matías del Pozo y Milton de la Canal). Pero son
      estos últimos quienes se llevan todos los aplausos. Yvonne Yolis      
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