El
mexicano Guillermo Del Toro ha conseguido establecerse como un director y
escritor con una marca propia, en cuyas películas los personajes son ácidos
y violentos, pero también, de un modo muy oculto, sensibles y melancólicos.
Luego del éxito de la más que interesante Blade
2, se le dio
a Del Toro la oportunidad de dirigir el film Hellboy, basado en la
serie de comics "Dark Horse" de Mike Mignola.
¿Quién es Hellboy? Bueno, resulta
ser una pacífica criatura que fue traída desde el Infierno por los
nazis durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Hitler buscaba dominar el
mundo aliándose –también– con poderes ocultos. Estaba destinado a desatar el
Apocalipsis, pero cayó accidentalmente en las manos del profesor Broom, jefe
de una agencia norteamericana especializada en lo paranormal, quien lo
adopta como si fuera su hijo. El bueno de Hellboy termina siendo una especie
de héroe bastante hosco, que integra un grupo un tanto insólito junto con
Abe Sapien y Liz Sherman –otros dos freaks, como ellos mismos se
denominan–. A ellos tres se les suma John Myers, un agente del FBI sin
ningún poder o característica especial, pero con la misión de escoltar en
forma permanente a Hellboy.
El film de Del Toro parece debatirse
permanentemente entre dos corrientes en constante lucha:
Por momentos, invoca la mejor
tradición del cine de ciencia ficción y aventuras, compuesta por las sagas
de La guerra de las galaxias e Indiana Jones, apostando
sin vueltas a la diversión y el puro placer por el peligro, construyendo
personajes con reminiscencias de Batman o X-Men, que se saben
marginales, casi extintos, pero que no dejan de luchar y vivir. Es en este
contexto donde aparecen temas como la lucha contra un destino prefijado, el
triángulo amoroso, los gestos nobles y desinteresados, la necesidad de ser
aceptado y la pérdida de los seres queridos. También villanos interesantes y
enigmáticos, junto con dilemas que incrementan el apetito por el misterio.
Lamentablemente, y en especial sobre
el final, Hellboy apela a resoluciones esquemáticas dignas de los
peores exponentes del cine de ficción de los noventa, donde el efecto
especial importa más que la trama, llegando a una conclusión que no cierra
por ningún costado, haciendo que todo se asemeje a una mera introducción al
mundo de estos personajes, como lo fue Daredevil.
Pero si el
film recién mencionado contaba encima con el pésimo Ben Affleck, Hellboy
le saca varios cuerpos con su elenco, muy bien seleccionado por Del Toro y
encabezado por los excelentes Ron Perlman, John Hurt y Selma Blair.
Semejante casting, que privilegia la textura de los personajes sobre el
star power, se agradece.
Rodrigo Seijas
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