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DAYBREAKERS, VAMPIROS DEL DIA
(Daybreakers)

Estados Unidos-Australia, 2009



Dirigida por Michael y Peter Spierig, con Ethan Hawke, Willem Dafoe, Claudia Karvan, Michael Dorman, Isabel Lucas, Sam Neill.



Es tiempo de vampiros. Vienen cada tantas temporadas, y esta es una de ellas. True Blood y The Vampire Diaries en el cable. La saga Crepúsculo se los donó al mundo juvenil y los volvió castos y puritanos. Batman resucitó con la figura del caballero de la noche. Y en diciembre se estrenó (mal y a las apuradas, aunque tardíamente) una de las mejores películas del 2008: Criatura de la noche, que combina sutilmente niñez, vampirismo y primer amor. Daybreakers, vampiros del día aparece en este contexto como un entretenimiento que asume su condición de tal y no reniega de ese cine clase B que ha (con)formado los gustos cinéfilos de una generación a la que pertenezco y pertenecen los directores: The Spierig Brothers. Y eso la realza.

Estamos en un futuro (2019) donde el mundo es de los vampiros. Ellos dominan todo y son mayoría. Los humanos, en peligro de extinción, huyen y se esconden y los más valientes buscan agruparse para dar batalla ante la cacería de la que son objeto. Los vampiros tienen que alimentarse, la sangre humana empieza a escasear y el sustituto del plasma sanguíneo sigue sin aparecer a pesar de los intentos de los investigadores. Edward (un exacto Ethan Hawke) es un hematólogo que trabaja en una corporación que financia esas investigaciones aunque también es un reservorio de cuerpos humanos y cuyo líder, Charles Bromley (un maravilloso Sam Neill), oculta ciertas obvias intenciones poco sanctas. El doctor está evitando consumir sangre humana (pero esta abstinencia empieza a provocarle consecuencias que se vuelven notorias marcas corporales) y hay decisiones éticas y morales del poder con las que no está nada de acuerdo. Cuando la casualidad lo cruce con un grupo humano en peligro, su vida empezará a cambiar inevitablemente. Malos tiempos y supuestas pésimas decisiones resultarán en una cadena de persecuciones y muertes y últimos actos menos heroicos que pagadores de culpas.

Con una estética retrofuturista que le sienta más que bien, tanto el vestuario como la música y la escenografía (la ciudad nocturna) acercan el film a un policial negro donde abundan los sombreros, los trajes y los pilotos, donde se fuma sin medida, donde la traición puede asomar en cualquier rincón oscuro.

Un mundo apocalíptico no puede sino traer aparejada una humanidad del sálvese quien pueda y algo de eso desarrolla la película, además de aquellos extraños vericuetos de la enfermedad y la salud o los diferentes y la posibilidad de asimilarse, o poder repensar la medida de la normalidad, todo sin perder el hilo conductor del entretenimiento donde, como dijimos, el ritmo es vertiginoso. También abunda el toque gore. Sangre, canibalismo y descuartizamientos con una mirada política flotando entre el humo de la neblina citadina y los bajo fondos del subte, o en los espacios marginales donde el sol es seguridad y vida.

El elenco cumple con creces su cometido (además de los nombrados se destaca el Elvis de Willem Dafoe, líder del grupo de resistencia humana) y nos hace sostenible un guión que requiere suspender creencias y pensar en un mundo al revés del que estamos habituados. Somos minoría, y qué difícil resulta el trato que nos dispensan las mayorías. ¿Aprenderemos?

Javier Luzi      


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