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CONTACTO
(Contact)

Estados Unidos, 1997


Dirigida por
Robert Zemeckis, con Jodie Foster, Matthew McConaughey, James Woods, John Hurt, Angela Basset.



Contacto es una elegante superproducción dirigida por Robert Zemeckis, y presenta varios rasgos en común con su exitosa, multioscarizada Forrest Gump. Como allí, un fenómeno muy específico es la excusa para pasear al espectador por las grandezas y miserias del planeta, especialmente por las norteamericanas, con edificante moraleja a modo de colofón. Claro que el fenómeno de turno ya no es humano sino extraterrestre
–a tono con la novela de Carl Sagan en que se basa el guion– y es otra, y mucho más explícita, la moraleja. Al comienzo todo se asemeja a Twister, con Ellie Arroway (Jodie Foster) como una astrónoma que busca señales de otros mundos con el mismo emocionado empeño con el que Bill Paxton rastreaba tornados. La incredulidad y los prejuicios del entorno que rodea a Ellie reemplazan a las brutas fuerzas naturales que latían tras el huracán, y todo lleva aguas hacia la "aventura del héroe solitario" que es tan cara al individualismo hollywodiano.

La llegada de Palmer Joss (Matthew McConaughey), algo así como un sacerdote laico, al observatorio de Arecibo, tiene la función de contrapesar cierto "costado" del personaje de Foster, como si los guionistas hubieran percibido algún pecado en la pura ciencia que practica Ellie. Reiterada, progresivamente, Palmer esgrimirá su fe ante la chica en escaramuzas verbales que siempre lo dejan con la última palabra. Las primeras señales del espacio exterior hacen avanzar la trama, confirmando el heroísmo de Ellie como heroína, auspiciando la construcción de un costosísimo aparato para volar hacia el planeta Vega, a años luz de aquí. De manera interesante, el film se vale de lo extraterreno para habilitar una mirada sobre las contradicciones de este mundo, una etapa en que desfilan importantes personajes, desde rutilantes astros de los medios hasta el presidente Clinton (inserto digitalmente a la Forrest Gump) para apoyar o rechazar el ambicioso viaje.

El asunto es cómo baja línea el film a partir de este cúmulo de contradicciones. La cuestión de fe no cesa de crecer de la mano de Palmer Joss (que dicho sea de paso, está pintado como "el reverendo con más onda de la historia..."), quien llega a oponerse a que Ellie se dirija a Vega por el solo hecho de ser atea. Un comité de notables le sigue la corriente (¿hace falta aclarar que el film hace lo propio?) y esto impide que Ellie viaje... aunque lo hará al fin, tras el fracaso de una primera misión... que dio pie para el segmento-festival de efectos especiales de Contacto. Robert Zemeckis mediante, el destino quiso que la astrónoma regresase de esta incursión a los abismos cósmicos sin una sola conclusión científica. Todo lo que recabó Ellie al cabo de su viaje –y lo que es peor, al cabo de dos horas y media de película– es un puñado de aforismos. Como en trance hipnótico, declara que "estamos rodeados de fenómenos inexplicables", que "no podemos estar solos en el Universo" y sugiere la presencia de un ente supremo, de un divino organizador.

Poco después Palmer la recibe con los brazos abiertos y ambos se introducen en una limusina. Que debería haberlos llevado hacia una iglesia, para que la protagonista pudiera terminar de ponerse a tono con su nueva situación espiritual.

Guillermo Ravaschino    

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