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BAJO SOSPECHA
(Under Suspicion)

Estados Unidos, 2000



Dirigida por
Stephen Hopkins, con Morgan Freeman, Gene Hackman, Thomas Jane, Monica Bellucci, Nydia Caro, Miguel Angel Suárez.



Remake americana del clásico francés Garde A Vue, Bajo sospecha confirma de principio a fin que no tiene nada en común con los policiales convencionales y que lo suyo es darle una vuelta de tuerca a un clásico con recurrentes flashbacks que remiten a un pasado que mantiene puntos de contacto, pero también contradicciones múltiples, con el presente. En ese clima por lo pronto sugestivo y sustentado por diálogos verosímiles, se debaten entre sus miserias privadas y secretos varios el principal sospechoso en el asesinato de dos menores, Henry Hearst, y el capitán Victor Benezet, incisivo policía que a fuerza de repreguntas intentará atar cabos aunque les cueste a ambos sacar unos cuantos trapitos al sol.

Todo comienza con la noticia de una ciudad de Puerto Rico devastada por una tormenta tropical que dejará no pocos indigentes a la deriva. Ahí hace su aparición nuestro abogado popular y no por eso menos rico, Henry Hearst (Gene Hackman), casado con la glamorosa e intrigante Chantal, una mujer que él mismo apadrinó –cuando la pequeña quedó huérfana– hasta convertirla en su esposa. Así es que Henry se dispone a recaudar fondos en una gala benéfica para los damnificados por la tormenta, cuando el capitán Benezet (Morgan Freeman) le pide que se dé una vuelta por la comisaría para precisar una declaración que el ricachón había formulado tras su descubrimiento del cuerpo de una niña violada y asesinada. Pero lo que parece ser una visita de rutina se transforma en un interrogatorio del que Henry no saldrá facilmente, ni bien parado.

Mientras el organizador del evento apura las cosas para hacer correr los cheques de los poderosos invitados, Benezet decide detener a un Henry Hearst que no recuerda si cuando encontró el cuerpo de la niña él se hallaba haciendo footing junto a un perro, que dice no conocer a la pequeña vecina pero sí luego haberla saludado. De ahí en más, y con la ayuda del arrebato inquisitorio del detective Felix Owens (Thomas Jane), el director Stephen Hopkins tiende las redes para que lo que conozcamos de ese pasado reciente de Henry Hearst pendule entre una aparente culpabilidad y una certera inocencia, la primera a la luz de contradicciones, lagunas y furcios del propio Hearst, y la segunda parcialmente desmentida por la quietud de la distante Chantal, que también se quebrará al conocer las costumbres sexuales de ese marido al que le tiene prohibido acercarse.

Los flashbacks nos muestran una suerte de reconstrucción del crimen de la niña hecha por Benezet y el propio Hearst, mientras que el capitán repasa los hechos como transportado al tiempo y el lugar en que acaecieron. Es allí donde dudaremos de todo hacia el final, porque la cuerda está tensada finamente por el duelo actoral entre Freeman y Hackman (además productores ejecutivos del film); porque a Hopkins, director de Perdidos en el espacio, no le fallan los sentidos; pero sobre todo porque su apuesta es que este subgénero de "inocente injustamente acusadao o culpable injustamente absuelto" no aparezca cortado con la tijera de siempre.

Karina Noriega     


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