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BAJO EL SOL
(Under Solen)

Suecia, 1998


Dirigida por Colin Nutley, con Rolf Lassgard, Helena Bergstrom, Johan Widerberg, Gunilla Roor, Jonas Falk.



Bajo el sol es una mezcla de muchas cosas: registros, tonos, homenajes, citas. Retazos –de algún modo– de películas.

La combinación no es casi nunca simultánea sino que se va plasmando en el tiempo. En este sentido, los componentes iniciales son por lejos los más interesantes. Estoy hablando de unas praderas doblemente ensoñadas, por su propia condición –verdes, muy verdes; suaves, muy suaves; con espigas doradas como flecos a merced del viento–, pero también por los elementos que las acompañan. La banda sonora, sentimental y pastoril, les da la mano, y también esas sinuosas rutas de tierra que atraviesan la campiña sueca y llevan, por ejemplo, al lugar en el que Olof (Rolf Lassgard), grandote, bonachón, lleva su granja con 40 años de virginidad a cuestas. Una fotografía de bienvenido preciosismo y la puesta en época –estamos en 1956– contribuyen a darle a los primeros veinte minutos de Bajo el sol el aire de una fábula precisamente virginal. Puntuada, y a veces moldeada, por los silencios, las sonrisas, las miradas, los pequeños gestos.

Olof publica un aviso solicitando "ama de llaves" para el rancho, aunque lo que busca –es evidente– es clausurar su soledad... o su virginidad. La que acude es Lind (Helena Bergstrom), una rubia casi tan dorada y espigada como las especies que matizan las praderas, pero mil veces más excitante. También es una dama de delicados modales, aparentemente cultivada. Lo primero que uno se pregunta es: ¿cómo puede una mujer así postularse para un puesto como este? Y después, habida cuenta de que prontamente Lind ya perfora a Olof con sus miradas: ¿cómo puede una mujer así sentirse atraída por un tipo como este? De hecho, la segunda pregunta también se la formula Erik, su mejor amigo, al protagonista. No puede ser, le dice, ¿no te das cuenta de que esta mina (en sueco) esconde algo?

No es que Olof no tenga sus secretitos: declara 39 años pese a haber cumplido cuarenta; es analfabeto. Pero a poco de andar ya presentimos que Lind también tiene los suyos, y que son más hondos, graves y jugosos que los de Olof. Estos secretos no nos serán revelados sino después de largo rato. De hecho, el "misterio de Lind" es algo así como el motor de la trama. El gran problema es que nunca tendremos una respuesta. O mejor dicho, que no tendremos ni una pizca de la respuesta. Por cierto que el film se empeñará en hacernos creer que la provee completa.

Mucho antes de que el enigma estalle (o "se resuelva", aunque sólo entre comillas) y a caballo de la mezcla que se comentó al principio, el film habrá tenido tiempo para varias cosas. Para interesarnos con algunos datos de la intensa presencia de la finada madre de Olof en la psiquis de su hijo. Ahí lo vemos cada noche, poco después de las nueve, dándole cuatro vueltas y un poquito más de cuerda al viejo reloj de péndulo, tal como ella se lo solicitó desde su lecho mortuorio. Pero esta veta no sólo no llega a un nivel digamos Bates sino que se queda demasiado ahí. Muy sola, muy trunca. A esta altura, la sección flautas de la banda de sonido incidental ya empezó a saturar. Combinada con dos o tres escenas eróticas (que no están del todo mal, aunque también se quedan truncas) llegará a rozar algo parecido a los "thrillers eróticos" del justamente olvidado Zalman King.

Bergstrom tiene la boca de Rossanna Arquette. Es bella pero a un tiempo dura, eslava, actúa bien. Los otros también lo hacen. Johan Widerberg, el que se ocupa de Erik, es el hijo del director Bo (El hombre de Mallorca) pero tiene mucho de un jovencísimo Christopher Walken: cierta frescura que es como locura; una tensión algo inextricable, imprevisible, construida con unos pocos rictus faciales. ¿Qué más? También se hace el Elvis moviendo la pelvis con bastante gracia. Pero insisto, la gran pregunta queda sin respuesta. O más concretamente: el film la responde mal y pronto.

Lo esencial tal vez sea que Bajo el sol termina pareciéndose a una estafa.

Guillermo Ravaschino