HOMEPAGE
ESTRENOS
VIDEOS
ARCHIVO
MOVIOLA
FORO
CARTELERA
PRENSA
ACERCA...
LINKS















AL CALOR DE LAS ARMAS
(The Way Of The Gun)

Estados Unidos, 1999


Dirigida por Christopher McQuarrie, con Benicio del Toro, Ryan Phillippe, Juliette Lewis, James Caan, Kristine Lehman, Geoffrey Lewis.



Parker (Ryan Phillippe) y Longbaugh (Benicio del Toro) son dos bravucones de poca monta que buscan desesperadamente su gran golpe. Con todas las de perder, intentan sacar unos billetes donando esperma a una clínica de fecundación. Cuando se enteran de que una joven a punto de parir alquiló su vientre a una pareja de ricachones, los dos matones huelen el plan perfecto: secuestrar a la inofensiva embarazada (Juliette Lewis, en otra de sus típicas jóvenes trastornadas) para pedir una suculenta recompensa. Pero el plan, que ejecutan, se les irá previsiblemente por el retrete: el hombre que alquiló el vientre es un famoso traficante de armas que hizo su fortuna lavando dinero... y Parker no podrá evitar enternecerse con la madre sustituta.

Si les parece mucho (o poco, según sus paladares), apenas acaban de pasar escasos treinta minutos de película.

Luego de alzarse con un Oscar por el guión de la tramposa pero efectiva Los sospechosos de siempre, Christopher McQuarrie decidió debutar como autor/director con una violentísima aventura definida por él mismo como un "western noir".

Manejándose por esos carriles, el film gana puntos mientras se postula como una versión hard de Thelma & Louise y Arma mortal, pero cuando intenta adentrarse en la enmarañada madeja que supone un policial negro –después de esa prometedora media hora inicial– comienza a acumular triángulos amorosos, traiciones gangsteriles y frases hechas que truncan el placentero devenir de los noventa minutos restantes.

Eso sí, rodeado de un atractivo elenco: Benicio del Toro, que a pesar de seguir participando en películas que prometen mucho más de lo que cumplen (la somnolienta Traffic, la lisérgica Pánico y locura en Las Vegas o la reciente Snatch, cerdos y diamantes) no puede opacar su carisma innato como Longbaugh, que trata de zafar de una potencial masacre sin abandonar jamás el cinismo.

Arreglándoselas con un par de gestos para transformarse en otro adorable pistolero sanguinario; luciéndose en un diálogo con el hampón/mediador interpretado por James Caan, que sigue siendo un buen actor aunque a años luz de su inolvidable Sonny Corleone y de los simpáticos personajes que interpretara para el otoñal Howard Hawks. Otro ejemplar veterano, muy desaprovechado como el camarada de Caan, es el ahora calvo Geoffrey Lewis, padre de la mentada Juliette y experimentado secundario en grandes films de Clint Eastwood.

Todo esto me sugiere un par de interrogantes: ¿qué ocurre actualmente con el cine alternativo? ¿Adónde está la alternativa? Es que todo el cine marginal a la industria –el que bordea temas como la violencia o las compulsiones extremas– adolece de una tarantinización (perdón Quentin, pero tarde o temprano ibas a dar lugar a este tipo de etiquetas) innecesaria: demasiados giros argumentales, abrumadoras citas a films anteriores, personajes que carecen de toda moral que los redima, violencia gratuita. La situación, que se manifiesta a escala mundial, pudo ser fácilmente apreciable en el reciente Festival de Cine Independiente porteño, adonde films como La isla (Corea del Sur) y Chopper (Australia) expusieron crímenes y vejaciones sin la menor lógica ni respeto por el espectador. No, no me tomen por un purista desorientado: disfruto enormemente de la violencia en el cine cuando es catártica o adrenalínica... o cuando busca hacerme reflexionar sin golpes bajos.

Al calor de las armas parece intentar algo así, pero descaradamente resuelve todos sus planteos con una balacera interminable en un hotelucho mexicano (¡sí, igualito a La Fuga de Sam Peckinpah!), desencadenando una masacre sangrienta. Densa, abrumadora como pocas, en la que McQuarrie juega arbitrariamente con el paroxismo y el mal gusto, porque acá no encontraremos nada cercano a la poesía descolocadora del primer Kitano, ni a la contundencia estética de la muy cuestionable Rescatando al soldado Ryan.

Gabriel Alvarez     


Enviá tu crítica al Foro